El libro Crónicas de Fernando Castellanos, editado por la Secretaría de Cultura de Puebla, conjunta casi un centenar de cuadros producidos por este artista plástico nacido en 1937 y que, por su doble carácter autobiográfico y costumbrista, narran tanto la historia de su vida personal como la de la ciudad de Puebla en las últimas décadas.
El producto editorial, coordinado por el también artista plástico Manuel Espinosa Torres y el finado investigador Javier Gómez Marín, funciona además como un catálogo de la extensa y prolífica obra de Fernando Castellanos, quien ha cultivado técnicas diversas, como el óleo, el acrílico y la acuarela, y ha enfocado buena parte de su producción a la creación de cuadros costumbristas de la vida cotidiana de Puebla.
“En este caso”, explica Manuel Espinosa en entrevista con LUMBRERAS, “hubo una exposición de pintura costumbrista del maestro Fernando Castellanos, quien viene de una familia de grandes artistas y ha dejado un legado muy importante, tanto por su estilo único curvilíneo, como por ser el cronista visual, de alguna manera pictórico, que nos habla de una Puebla que ha sido cambiante, pero que a pesar de eso es atemporal”.
Para realizar este libro, gestado al interior de la Dirección de Acervo Cultural de la dependencia estatal, los coordinadores decidieron enfocarse en el trabajo de corte costumbrista de Castellanos, pues el estudio exhaustivo que realizaron de su obra les permitió encontrar que esta plasmaba un retrato histórico de la metrópoli, que era considerablemente distinta hace menos de cien años.
“El maestro vivió en una época, estamos hablando desde los años treinta y hasta los setenta”, continúa Espinosa Torres, “donde Puebla realmente no era una ciudad como ahora, que es más cosmopolita: era una ciudad más conservadora, más pequeña, que ha sufrido muchos cambios importantes; algunos lugares inclusive han dejado de existir, se han ido transformando”.
Es el caso, por ejemplo, de la calle antiguamente conocida como Los Gallos, hoy 6 Poniente, retratada por el artista en uno de sus cuadros. Pero, en sus más de setenta años de trayectoria, Castellanos se dedicó a pintar, con sus acuarelas de colores vibrantes, escenas urbanas de Puebla: desde niños jugando al trompo en la calle hasta hombres conviviendo al interior de una pulquería; desde familias reunidas en una boda hasta el interior de la arena de lucha libre o del balneario.
En este enlace puedes leer la nota de LUMBRERAS sobre la exposición con la que Fernando Castellanos celebró setenta años de trayectoria en enero de 2022.
“Todo eso ha sido muy importante”, explica Manuel Espinosa, “para que las nuevas generaciones vayan conociendo qué hay atrás de toda esta obra, no nada más una cuestión bonita en cuanto arte, sino que también habla de una historia. Por eso surge la inquietud del gobierno del estado de Puebla para hacer este catálogo de arte costumbrista”.
Retrato histórico
Además de casi cien piezas pictóricas de Fernando Castellanos reproducidas con alta calidad de impresión, Crónicas contiene una semblanza del artista escrita por Mariano Castellanos, una introducción crítica realizada por la académica Isabel Fraile y decenas de fichas escritas por el propio Manuel Espinosa que acompañan las pinturas y permiten conocerlas con mayor detalle.
“Es un libro muy completo”, dice al respecto el coordinador del volumen, “porque lo armamos precisamente haciendo la curaduría de toda la obra del maestro, que es muy rica, no nada más hace pintura costumbrista, también hizo en algún momento Quijotes, paisajismo. Posteriormente, empezamos a armar núcleos”.
Estos núcleos sirvieron para dividir la obra de Castellanos en las secciones del libro: “Recuerdos”, “Oficios”, “Entorno urbano”, “Entorno social”, “Recreación”, “Arquitectura y paisaje” e “Imaginarios”.
El primer núcleo contiene cuadros donde puede observarse la vida cotidiana al interior del patio de una vecindad, en los lavaderos de su azotea o en las calles del centro histórico poblano. Quizá el espectador no lo note a primera vista, pero las fichas escritas por Manuel Espinosa permiten comprender los secretos que guardan los cuadros de Castellanos: muchos de ellos son autobiográficos, el pintor se plasmó a sí mismo o a sus familiares en situaciones que vivió en su infancia.
La siguiente sección, “Oficios”, muestra a personajes que trabajan en alguno de los oficios tradicionales de Puebla, como el vendedor de fruta, el panadero, la tamalera, el carpintero que ofrece sus muebles en la calle y hasta el merolico que intenta vender productos milagro de dudosa efectividad a la multitud reunida a su alrededor.
“Hoy en día ya no hay algunos de estos oficios”, continúa el también artista Manuel Espinosa en entrevista telefónica, “como el frutero que andaba en la bicicleta, el panadero, el lechero. Hoy en día todo se ha estado llevando a los locales comerciales, donde encontramos los productos. Todo este tipo de oficios fueron cambiando dentro de la ciudad (…) Son muy importantes esos registros culturales de usos y costumbres que se hacían y que hoy en día han dejado de existir”.
Algo similar se observa en otras secciones del libro, como “Arquitectura y paisaje”, donde se muestran las obras en las que Castellanos plasmó paisajes urbanos de la ciudad de Puebla. Ahí, el lector de Crónicas podrá ver rutas del transporte público ahora inexistentes y nombres chuscos de tiendas y pulquerías ya extintas.
El enorme crecimiento de Puebla como metrópoli en las últimas décadas también queda evidenciado en las creaciones de Fernando Castellanos. Si bien algunos de los paisajes reproducidos por el artista —como los edificios históricos del centro— son aún reconocibles, otros revelan la transformación de la ciudad. Es el caso del exterior del mercado de La Victoria, las vistas del ahora bulevar 5 de Mayo y del barrio de El Alto.
“Encontramos también la parte urbana, el crecimiento urbano”, explica el coordinador del libro a esta revista digital. “Hoy en día, el panteón municipal casi casi está en los primeros cuadros de la ciudad. Hablamos de una ciudad que se ha ido transformando”.
Finalmente, tradiciones que también se encuentran en vías de desaparición fueron retratadas por Fernando Castellanos e incluidas en el libro Crónicas. Escenas al interior de pulquerías, retratos de bodas y funerales, y hasta un cuadro en acuarela que muestra a una familia reunida en una pequeña habitación para ver la telenovela, dan cuenta de modos de vida que ya no son comunes en la época actual.
“Todo eso ha marcado en nuestra actualidad una evolución, de alguna manera, y también se han perdido algunos registros”, añade Manuel Espinosa en entrevista. “Recordemos que en las primeras décadas de la televisión había pocas casas que tuvieran una, entonces, en esos cuartos grandes de vecindad, se juntaban todas las familias para verla (…) Hoy en día es diferente, entre los jóvenes cada quién tiene su celular y ve lo que quiere ver, pero anteriormente el momento para cenar era también para ver la televisión”.
Por todo lo anterior, para el coordinador del libro Crónicas de Fernando Castellanos, este aspecto debiera despertar la inspiración en artistas jóvenes para producir obra costumbrista que retrate las características propias de la época actual, con sus paisajes urbanos contemporáneos y las tradiciones nuevas, pues dicha obra lograría sobreponerse al paso del tiempo no solo por su valor estético, sino especialmente por su interés histórico.
“Este libro nos invita a que las nuevas generaciones, las futuras generaciones”, dice Manuel Espinosa, “agarren el pincel y se pongan a plasmar precisamente las crónicas de un entorno, que no dejemos perder todos los valores que tenemos”.
Castellanos
Además de su carácter costumbrista y su relevancia como documento histórico, la obra de Fernando Castellanos posee elevados valores estéticos. Su viva paleta de colores y los trazos curvos que sellan su estilo personal son algunos de los elementos más notables.
“Desde el punto de vista técnico”, escribe la académica Isabel Fraile en la introducción del libro, “conviene destacar el manejo de varias y muy diferentes metodologías artísticas a lo largo de su carrera. En toda ella se aprecia una pincelada brillante que genera perfiles alegres y vitalistas, haciendo un uso constante de formas sinuosas, a base de trazos curvilíneos, que son una parte esencial en su manera de pintar. En sus cuadros, en los que prevalece una paleta cromática inspirada en colores vivos, se advierte la presencia de lugares que reconcilian el ojo del espectador con su medio habitual”.
Para abordar con profundidad todos los elementos de la obra de Fernando Castellanos, los coordinadores de Crónicas realizaron largas jornadas de entrevistas con el artista, lo que les permitió conocer hasta los detalles más íntimos que seguramente pasan desapercibidos para los espectadores en una primera vista a sus cuadros. A esto se sumó una investigación bibliográfica e histórica sobre el contexto social y político de la Puebla retratada por Castellanos, quien finalmente aprobó todos los textos que conforman el volumen.
“Se hicieron largas jornadas de entrevistas con el maestro”, explica Manuel Espinosa. “Nos sentamos a platicar, y él no solo nos dejó ver su obra, sino también ese gran corazón, la calidad humana, parte de su familia, sus ancestros, porque viene de una familia de artistas que aportaron mucho”.
De este modo, Crónicas de Fernando Castellanos permite al lector conocer de manera panorámica pero profunda la vasta trayectoria de un artista que se interesó por más de siete décadas por plasmar la vida cotidiana de Puebla, la ciudad que habitó.
“Más que un homenaje para el maestro”, finaliza Manuel Espinosa, “este libro fue precisamente para preservar y conservar un acervo que para nosotros ha sido muy importante y que a todo mundo le gusta, pues va marcado con ciertas cosas que reconocemos”.
El libro Crónicas de Fernando Castellanos puede consultarse y adquirirse en las instalaciones de la Secretaría de Cultura de Puebla.