- La novela presenta una estructura compleja y explora temas como la memoria, el lenguaje y la escritura
Migrar bordes, la novela del escritor José Luis Prado (Puebla, 1981) publicada apenas el pasado septiembre de 2021 por la editorial NITRO/PRESS, es un rompecabezas narrativo.
El texto se compone de diez capítulos que a su vez están divididos en secciones. La sección principal de cada uno contiene un relato con un narrador de tipo omnisciente que habla sobre K., un hombre encerrado en un hospital psiquiátrico que está perdiendo paulatinamente la memoria, aunque de vez en cuando tiene algún momento de lucidez. Después, en cada capítulo, hay una sección bajo el título de “Apostillas”, que presenta a un narrador testigo que cuenta algunas cosas que parece estar averiguando sobre K. Finalmente, otras secciones, como “Destellos” e “Indicaciones”, muestran narradores más difíciles de ubicar: son más bien “metaficcionales”, como los describe el autor, y dan pistas sobre la historia que esconde la novela en su intrincada narrativa.
Los lectores que nos enfrentamos a Migrar bordes debemos ser cuidadosos, ir con calma, repasar. Sin duda no estamos frente a una novela secuencial, cronológica, hecha al modo tradicional.
“Eso me gusta”, dice José Luis Prado en entrevista con LUMBRERAS, “porque los libros que requieren al menos una relectura, o por lo menos a mí me pasa así, son los que me causan algo, cuando me hacen regresar y pensar ‘ah, desde aquí estabas con tus cosas, ya me quedó claro’. Así adquiere un sentido mucho más profundo”.
La estructura fragmentaria de Migrar bordes tiene que ver con su origen y con los casi diez años que permaneció en el tintero: comenzó a escribirse en 2013 como un libro de cuentos con el apoyo de una beca del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA). Esos cuentos, que no convencían del todo al autor así solos, conforman las secciones centrales de cada capítulo de la hoy novela.
“Construí esos textos y terminé mi proyecto”, cuenta el escritor. “Entregué el borrador, como debe de ser, pero ya no estaba convencido de lo que me había propuesto en un inicio. No sabía bien qué era, pero sabía que no quería hacer un libro de cuentos únicamente. Me interesaba dar un plus, un poquito más”.
Unos años más tarde, José Luis tuvo un destello de inspiración y escribió en una sola noche las “Apostillas”, las secciones en las que el narrador testigo habla sobre K.
“Esa noche me puse a construir las apostillas como loco”, cuenta el autor. “En realidad, me dio algo que casi no me sucede. Por eso le tengo mucho cariño a ese libro: de la noche salieron muchas cosas”.
Sin embargo, tuvieron que pasar varios años más para que José Luis escribiera otras de las secciones del libro y les diera la estructura que tienen hoy, pues mezcló fragmentos de las “Apostillas”, que en un primer momento iban separadas al final del libro, y fue intercalándolas con el resto de los relatos.
“Para ese momento tenía todo el libro impreso en papel como una especie de rompecabezas”, explica el también autor del libro de cuentos Si algo ligero. “Me di cuenta de que había mucha coincidencia interna entre los relatos que había construido y estos pequeños textos del narrador testigo. Me di cuenta que podían ir conversando en cada capítulo, e hice eso”.
La memoria, el lenguaje y la escritura, temas centrales de Migrar bordes
Aunque la estructura es uno de los elementos más notorios de Migrar bordes, la historia que cuenta explora temas importantes, como la memoria, el lenguaje y la escritura.
“Soy un poco nostálgico”, dice José Luis en entrevista, “entonces me gusta mucho trabajar desde el recuerdo. En Si algo ligero, muchos de los cuentos tienen esta línea de ir hacia atrás, porque me parece que la narrativa nos permite eso, ver a distancia aquello y tratar de entender con la experiencia, una vez que la tienes en otra edad, y lo has escrito”.
En la novela vemos a un personaje que va perdiendo sus recuerdos debido a una amnesia anterógrada que lo aqueja. A la par, también va perdiendo su capacidad de hablar y de producir oraciones gramaticales, lo cual es catastrófico para él, pues se trata de un personaje interesado en la escritura. Finalmente, K. no logra recuperar prácticamente nada. El narrador que en ocasiones dice cosas sobre él, identificado como un amigo suyo de tiempo atrás, dice que K. probablemente haya migrado “al bosque del lenguaje”.
A José Luis Prado le interesa explorar el concepto de la memoria, pero también, y sobre todo, la ausencia de ella. ¿Qué pasaría si ya no recordáramos, si ya no pudiéramos recordar ni nuestro nombre? ¿Qué haríamos?
“Me gusta también poner en tela de juicio esta idea de la verdad”, dice, “y hasta dónde somos capaces de reconstruir algo que está lejano, que, insisto, ya no tenemos los mecanismos para hacerlo. Me gusta mucho ese tipo de narrativas más nostálgicas, más del recuerdo, más de aquello que se quedó allá, pero que puede ser que ya no sea como lo vimos”.
Hubo dos detonantes para que José Luis escribiera esta historia: el primero fue la muerte por suicidio de uno de sus amigos más cercanos, y el segundo un encuentro casual con el escritor Sergio Pitol, cuando este llegó a la librería donde José Luis solía trabajar en aquel momento.
“Platicamos y recuerdo que él tenía ya un problema de sustantivización”, cuenta el escritor, “ya estaba perdiendo, ya no podía organizar de manera gramatical sus oraciones. Estábamos platicando sobre Gombrowicz, me estaba recomendando a Ford Madox Ford, y de pronto me dijo que buscaba un libro, que se me hizo completamente paradójico, porque no podía articularlo: se trataba del libro de Oliver Sacks El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, que habla de problemas neuronales”.
A José Luis le provocó un escalofrío ver al maestro que escribió novelas tan complejas, que tradujo un catálogo tan impresionante, que conformó una de las colecciones de literatura universal más completas y accesibles del mercado editorial mexicano, en la fase final de su vida, ya sin la capacidad de acceder a la palabra.
En las secciones metaficcionales de Migrar bordes se hacen reflexiones sobre el proceso de escritura, y en particular sobre el plagio, uno de los temas que más interesan a José Luis desde que hacía su tesis de licenciatura sobre la obra de Ricardo Piglia. Al escritor le interesa la posibilidad que tiene una frase, o bien una historia completa, obtenida de un texto previo, de producir nuevos sentidos cuando se la coloca en otro lugar.
“En este caso lo hice con el narrador”, explica el autor, “o el que más o menos está contando la historia, que poco a poco va plagiando al amigo, de cierto modo. Lo quería hacer dentro de la diégesis, a pesar de que a mí me interesa más. Para mí eso es parte del plagio, es completamente importante, una lectura más allá del tiempo”.
El psiquiátrico de Cholula
La historia de K. ocurre al interior del hospital psiquiátrico de Cholula, edificio que los locales de esta ciudad podemos ubicar perfectamente, aunque hoy es sede el Museo Regional de Cholula.
José Luis cuenta que, durante alguno de los periodos de escritura del libro, solía subir a la iglesia de Los Remedios, sobre la pirámide de Cholula, para ver el hospital, ambientarse, e imaginar la historia que tenía en mente. Le interesaba utilizar, desde la experiencia de lo que conoce, los sitios emblemáticos de la ciudad, para ponerlos en juego en la ficción.
“Pensaba más en la idea de poder universalizar el espacio”, dice, “justo esto que dices, no vivo en la Ciudad de México, no escribo sobre la Ciudad de México, o del metro, de todo aquello que la mayoría de la gente a nivel nacional podría entender. Me interesaba más bien poner el dedo en la llaga de lo que para nosotros es importante, al menos para mí, a nivel de la memoria”.
Un sueño cumplido, publicar en NITRO/PRESS
Publicar su segundo libro en la editorial NITRO/PRESS, a la que tenía en la mira desde años atrás, cuando laboraba como librero, fue un sueño cumplido para José Luis Prado.
“Los dos libros que tengo publicados”, dice, “para mi fortuna salieron en las editoriales que he querido. Tierra Adentro fue estar batallando. Mandé tres veces a dictamen hasta que por fin salió en la rayita de la edad, porque puedes publicar hasta los 35”.
José Luis sabía que la estructura compleja de su novela reducía las opciones de publicación al menos en algunas de las grandes editoriales más conocidas, pero tenía en cuenta que NITRO/PRESS, pese a estar especializada en la novela negra, tenía más apertura para narrativas experimentales, así que se aventuró a enviar su manuscrito.
“Ellos fueron muy generosos conmigo”, cuenta José Luis. En menos tiempo del que imaginó, su libro estaba en la imprenta y, hoy, Migrar bordes está disponible en diversas librerías.