La civil (2021), dirigida por la cineasta de origen rumano Teodora Mihai, es una película mexicana que cuenta la historia de Cielo, una mujer que emprende una exhaustiva búsqueda por los bajos mundos de la criminalidad luego de que su única hija, apenas adolescente, es secuestrada por una célula de maleantes locales.
Protagonizada por la reconocida actriz Arcelia Ramírez, que provocó ocho minutos de ovaciones en el estreno de la cinta, hace un año, en la pasada edición del festival de cine de Cannes, La civil se estrenó en México este jueves 19 de mayo con presencia en algunas salas comerciales de Puebla.
Con respeto, realismo e intensidad, La civil teje una trama que refleja y amplifica las voces e historias de muchas madres, padres y familias mexicanas que buscan a sus hijos e hijas desaparecidas —hace unos días la cifra oficial de personas desaparecidas a nivel nacional superó las cien mil personas— pese a la indiferencia de las autoridades y la frialdad de la sociedad, desensibilizada ya, después de más de una década de vivir en medio de la violencia.
Por ello, resulta al menos singular que su directora sea una cineasta europea, asentada en Bélgica, que debuta en la ficción con esta cinta después de haber filmado el largometraje documental Waiting for August (2014) y algunos cortometrajes.
“Estudié ficción en Estados Unidos, en Nueva York”, cuenta la cineasta en una breve entrevista con LUMBRERAS, “pero nací en Rumania y vivo en Bélgica en este momento. Es un desmadre mi vida, digamos. Tengo muchas influencias, pero prácticamente, estudiando ficción, en el camino el documental me encontró y mi primer largometraje fue sobre mi país natal, que es Rumania”
Waiting for August sigue a un grupo de siete hermanos y hermanas, todos menores de edad, que se crían solos debido a que su padre está ausente y su madre ha tenido que migrar a otro país para ganarse la vida. Cuando Teodora se encontraba en el proceso de posproducción del documental, hizo un viaje a México y un comentario de los amigos a los que visitaba la cimbró.
Mira aquí un video con fragmentos de la entrevista que Teodora Mihai dio a LUMBRERAS:
“En 2012 yo estaba trabajando en esta película rumana”, explica la directora, “pero viajando en México, visitando a unos amigos en el norte del país, me aconsejaron regresar a casa antes de las siete de la noche. Yo llevo a México en mi corazón hace muchísimo tiempo, tengo muchos amigos y conocidos ahí, pero me di cuenta de la gravedad del asunto de la inseguridad, tan fuerte. Cuando me dijeron eso, mi cerebro comenzó a hacer vínculos entre los niños de Rumania y cómo debe de ser el ser niño en México, ser adolescente, papá, mamá, qué le dices a tus crías, y ahí fue la semillita”.
Cuando Teodora Mihai cerró por completo el ciclo de Waiting for August, volvió a México, donde comenzó la investigación para su siguiente película. Para entonces, la directora aún tenía en mente realizar un documental.
“Siempre me gusta investigar casi como periodista investigativo”, dice, “para comprender la complejidad del asunto y la situación, porque es multifactorial y no hay que simplificarla. No quería caer en un tono amarillista o romantizar el asunto, o hacerlo entretenimiento. En el periodo de investigación hablé con muchos niños y adolescentes, porque quería ese punto de vista, pero en el camino encontré a una mamá que me impactó muchísimo: ese encuentro, y lo que ella me compartió, me dijo”.
Esa mujer es Miriam Rodríguez Martínez, según reporta la revista digital Life & Style. Miriam, cuya historia resuena con la de la activista Marisela Escobedo, perdió a su hija adolescente cuando fue raptada por el crimen organizado. Lejos de sentarse a esperar noticias de ella, Miriam emprendió una peligrosa búsqueda por los bajos mundos del sistema criminal hasta que localizó a los responsables de sustraer a su hija.
Después de convivir con ella, Teodora decidió que su historia podría estar mejor representada desde la ficción. De este modo, la directora podría trabajar desde un plano metafórico y amalgamar en una sola historia distintos casos de personas desaparecidas y sus madres buscadoras.
“Me di cuenta muy pronto”, explica Teodora Mihai, “que el documental observacional no era el camino para esta historia. Pensé que estudié ficción, que la ficción me iba a dar la oportunidad de levantar esa historia a un nivel metafórico, porque la realidad no quería hablar de una mamá en específico, o de un caso en específico, ni de un estado en específico, sino hablar de manera metafórica sobre desafortunadamente las muchas mamás buscadoras”.
Teodora sabía que su visión de extranjera podía implicar un abordaje de la historia incompleto, así que se alió con el escritor tamaulipeco Habacuc Antonio de Rosario, con quien procesó el material que había investigado y coescribió el guion de La civil.
Además de realizar una investigación profunda previa y añadir la visión de un local, Teodora decidió utilizar un estilo autorial sobrio, realista y crudo, alejado del melodrama telenovelero, para plasmar en pantalla la historia de Cielo.
En La civil, destacan las cámaras al hombro que siguen a un personaje y luego al otro, los planos secuencia, la ausencia de música ambiental y otros aspectos que han sellado el estilo de grandes autores cinematográficos del cine más político, como los hermanos Dardenne y un compatriota de Teodora, Cristian Mungiu. De hecho, estos autores son coproductores de La civil.
“Es maravilloso”, responde Teodora, “porque estás nombrando mis coproductores. (…) obviamente que para mí no es casualidad, hay una afinidad clara entre la manera de hacer películas y el lenguaje cinematográfico. Para mí ellos fueron una inspiración cuando yo estudiaba todavía. Es cierto que al inicio quería hacer un documental, quería permanecer fiel a esa idea de transmitir una realidad y dar la impresión al espectador que estamos con Cielo de testigo durante todo su viacrucis. Esas herramientas, como dices, de la cámara al hombro, de los planos secuencia, que hay muchísimos en la película, también son una herramienta del documental observacional”.
En cuanto a la dirección de los actores, Teodora dice que trabajó muchísimo con ellos para que pudieran contener las emociones y así producir sensaciones más realistas en pantalla.
“En el tono”, dice la cineasta, “trabajamos muchísimo con los actores en la contención de emociones, en el nunca sobrepasarse y llegar a un tono demasiado melodramático, hacia la telenovela, siempre bajando, bajando, bajando, porque así es más realista. Entonces sí, puedo decirte que todo fue apropósito”.
Teodora Mihai cuenta que conocía el trabajo de la actriz Arcelia Ramírez mucho tiempo antes de comenzar a grabar La civil. Un par de años antes de iniciar la grabación, la cineasta le envió una copia del guion y la intérprete le respondió en menos de un par de días expresándole su interés de ser parte del proyecto.
“Sabía que necesitaba una actriz no solo sumamente talentosa”, dice Teodora, “sino también muy disciplinada y muy comprometida. Así me convenció, con su mensaje conmovedor, dijo que ella quería dar voz, dar vida a este personaje de Cielo, la mamá buscadora, en un contexto difícil (…) Trabajamos muchísimo durante mes y medio. Nos veíamos cada día durante varias horas a hablar del personaje y de todos los aspectos del tema. Fue un trabajo meticuloso, muy a profundidad, que me encantó”.
Durante la historia contada en La civil, Cielo sufre una transformación radical. Primero pasiva y amable, la mujer debe buscar en sí misma la fortaleza y coraje para soportar la violencia cada vez más cruda que encuentra mientras va avanzando hacia abajo en el submundo criminal en busca de su hija.
“También se trata de una mujer”, dice la cineasta sobre su protagonista, “que encuentra su fortaleza y se sacude el machismo que la rodea, y toma las riendas de su propio destino. Es un personaje muy inspirador en muchos sentidos. También paga el precio de tener que irse a ese círculo vicioso de la violencia que la hizo víctima del lugar”.
En Arcelia Ramírez, Teodora encontró a la actriz que le brindó el talento, la disciplina y la complicidad necesaria para rodar una historia cruda y necesaria. “Fue una colaboración maravillosa”, dice.
La civil está en salas comerciales de Puebla.