Las escritoras Allison Maltez y Lourdes Mazorra, originarias de Nicaragua y Cuba, respectivamente, emprendieron el proyecto literario “Las Tejedoras”, que ofrece talleres literarios de narrativa, cuento y novela, además de contenidos dirigidos a las personas interesadas en la literatura.
Esta iniciativa surgió a partir de sus aprendizajes como alumnas de la maestría en literatura aplicada de la Universidad Iberoamericana Puebla. Con la frase “hablar es hilar y el hilo teje al mundo”, verso de la poeta chilena Cecilia Vicuña, las escritoras latinoamericanas idearon este proyecto que surgió en la virtualidad mientras cursaban sus estudios de posgrado en México.
En semanas pasadas, ambas tuvieron la oportunidad de presentar su propuesta en el marco de las actividades del Coloquio de Literatura Aplicada en la Ibero, organizado por el programa de maestría del que ambas son egresadas. Ahí, las escritoras resaltaron la relación entre el telar y el lenguaje.
“Especialmente cuando nos ponemos a escribir”, apuntó Allison frente a sus compañeros y maestros, “cuando pensamos qué palabra vamos a usar, cuando pensamos de qué manera vamos a figurar esa idea en la cabeza, vamos tejiendo para poder construir la historia”.
Círculos de lectura, asesorías, edición de textos, consejos narrativos, presentaciones de libros, charlas y encuentros de poesía femenina forman parte del abanico de actividades que realizan Las Tejedoras. Además, mediante sus redes sociales ofrecen consejos literarios, citas de escritores célebres, material de fechas conmemorativas relacionadas a las letras y decálogos de escritoras y escritores.
Una de las apuestas de Las Tejedoras es promover la importancia del taller literario como constructor del texto que nace a partir de un esfuerzo colectivo.
“Tallerear un texto, cualquiera que sea”, expresó Lourdes en el coloquio, “es un acto de humildad y aprendizaje compartidos (…) en el momento en el que el lector te lee, el texto ya no te pertenece. En un taller, los talleristas son tus primeros lectores. El texto es, pues, una construcción conjunta, un acto colectivo”.
Precisamente con los conocimientos adquiridos en sus estudios de grado y con la experiencia previa de la tradición literaria de sus países de origen, las especialistas en literatura aplicada buscan nutrir sus talleres, cada uno con sus particularidades.
“El de narrativa”, explicó la escritora nicaragüense durante el evento, “lo pensamos específicamente para aquellas personas que se quieran iniciar en esta área de la literatura y que quizá no tengan una idea, ni siquiera una planificación clara”.
Sobre el taller de novela, “la idea es plantear esa planificación que uno desea tener al inicio cuando desea escribir. Es decir, tener tanto las bases de lo que consiste una novela, tener las bases de qué voy a planificar, cómo lo voy a hacer, de dónde voy a partir, cómo van a ser mis personajes, en qué escenarios voy a plantear a los personajes, etcétera”.
Por su parte, Lourdes Mazorra, encargada del taller de cuento, señaló su afición por este, su género predilecto, un gusto que surgió en su infancia, a los siete años en una sala de hospital con un libro de los hermanos Grimm.
“Los cuentos de los hermanos Grimm”, compartió, “develaron para mí un mundo imposible hasta entonces, el de la vida real, donde existía la muerte, el dolor, el abandono, la venganza. No sabía nombrarlo aún con claridad, pero algo estaba descubriéndose, una especie de epifanía”.
La escritora añadió que el cuento es un género de estilo volátil que cambia de acuerdo a las necesidades y características de cada época, por lo que un taller debe adecuarse a las particularidades de la actualidad.
“La inclusión de este taller de cuento al proyecto literario es una necesidad que responde a la naturaleza activa y cambiante del género, y sobre todo al ostracismo al que nos han condenado, primero, el convulso y tecnológico siglo XXI con sus pantallas y sus virtualidades, y luego la pandemia”.
La tradición del taller literario
Tanto Lourdes Mazorra como Allison Maltez concordaron, en una entrevista con LUMBRERAS, que la tradición del taller de índole literaria en Cuba y Nicaragua es escasa. Estos espacios son limitados y, en muchos casos, restringidos. En La Habana, por ejemplo, se encuentra el Centro de Formación Literaria “Onelio Jorge Cardoso”, lugar fundado por el escritor recién fallecido Eduardo Heras León.
“En Cuba son pocos talleres literarios”, explicó Mazorra a esta revista digital: “el primero que surgió fue de este centro, una especie de escuela nacional que funciona por cursos anuales”.
“En Nicaragua”, agregó Maltez, “no hay muchos, puedo localizar a dos que son los únicos que a nivel nacional brindan este tipo de talleres, incluso son bien clasificados: quienes entran tienen que tener una recomendación”.
Finalmente, pese a que en un principio Las Tejedoras intentaron promover sus talleres literario para públicos de sus países de procedencia, ambas escritoras resaltaron la cabida que han tenido con gente de Puebla y Cholula, lugares donde la oferta de su servicio ha sido bien recibida.
“Sí cambió mucho el público meta que teníamos”, admitieron. “Nos sorprendió porque al final no terminó siendo. Pensamos que en Cuba y Nicaragua íbamos a encontrar personas y también creo que se dificulta un poco, y siempre lo voy a decir, se dificulta un poco el sistema dictatorial que hay en nuestros países en estos momentos, ha influido en el hecho de que, al menos en Cuba, es difícil conectarse a internet a un taller literario online”.
Para conocer más sobre la oferta de talleres de Las Tejedoras, puedes visitar sus redes sociales.