El músico, compositor y promotor cultural José Pablo Martínez Luvio, líder del grupo de música popular “Afro-Son de Artesa Cruz Grande”, dedicado a la preservación del llamado “son de artesa” de la Costa Chica de Guerrero, acudió a Puebla para preparar a ejecutantes de la danza folklórica en las técnicas de este subgénero de raíz afrodescendiente.
“Los sones de artesa son muy arraigados, de mucho tiempo atrás”, explica el también docente y bailarín en entrevista con LUMBRERAS. “Vienen de la historia de la llegada de los afrodescendientes a México. Nosotros venimos de esa raíz, de esos sones de artesa. Todos estos bailes ya se habían perdido por todos los cambios que se han venido dando tanto en nuestro estado como en nuestro municipio”.
En la Costa Chica de Guerrero, y particularmente en la comunidad de Cruz Grande, se conoce con el nombre de “sones de artesa” a un conjunto de composiciones de origen afro que, se cree, datarían de tiempos de la Colonia y tradicionalmente se tocan a tres instrumentos y se bailan encima de una artesa o tarima, similar a la del son jarocho.
Al ensamble usualmente formado por arpa, cajón y vihuela se suma el zapateado de los bailadores, que contribuye a la música creando un sonido intenso. Los municipios donde se ejecuta este baile tradicional son, principalmente, Pinotepa y Cuajinicuilapa.
La semana pasada, se realizó una presentación pública de los resultados del taller impartido por José Pablo en Puebla, organizado por la Secretaría de Cultura estatal y el Colegio de Artes para la Educación y la Cultura AC. El músico guerrerense capacitó a 36 bailarines de danza tradicional de veinte municipios poblanos en las técnicas de este tipo particular de son tradicional, según informó la dependencia por medio de un boletín.
Al terminar la presentación, el músico recordó en entrevista con este medio digital los orígenes de este subgénero y los nombres de los principales promotores y artistas que, en las últimas décadas, se han organizado para su preservación y difusión, luego de que, a su parecer, este comenzara a extinguirse.
“La parte de la música ha tenido muchos cambios”, explica José Pablo. “Anteriormente, antes de que llegara el arpa, los sones de artesa se tocaban con violín. Surgieron en comunidades como San Nicolás, hoy en el municipio de Cuajinicuilapa, en poblaciones de raza negra. Ahora ya hay toda una mezcla de la fluidez de la música. En aquellos tiempos, los comerciantes que llegaban de Chile y Perú trajeron la cueca y la marinera”.
El músico recuerda también que anteriormente los sonidos de percusión se producían mediante golpes en el arpa o la guitarra, y posteriormente se comenzó a utilizar el cajón. Además, la guitarra de golpe fue sustituida eventualmente por la vihuela.
José Pablo menciona a la profesora Isaura Martínez Luvio, una de las principales promotoras culturales que rescataron los sones de artesa del olvido, puesto que “se estaban extinguiendo”. Su uso comenzaba a limitarse a fiestas tradicionales y existía poca visibilidad de estos sones tradicionales fuera de la Costa Chica.
José Pablo también recuerda al compositor Eduardo Gallardo Tornés, a quien se le atribuye la autoría de muchos de estos sones, y a Epigmenio Martínez Zamora, su tío, “músico, bailador y trompetero” que creó las coreografías que ahora José Pablo se encarga de preservar a otros ejecutantes de la danza tradicional.
“Quiero aclarar”, dice el músico, “que los principales músicos de Cruz Grande son los Gallardos, que traen la descendencia de Eduardo Gallardo. Ahora ya es la tercera generación, ya hay nietos, hijos y bisnietos de esa familia”.
Para José Pablo, sin embargo, los sones tradicionales de Cruz Grande y de la Costa Chica corrían el riesgo de desaparecer debido a que su legado se limitaba a lo familiar. Por ello, decidió comenzar a realizar algunas actividades que le permitieran darlos a conocer fuera de su territorio, como concursos locales y estatales. José Pablo formó además el grupo Son Costeño con sus alumnos de la escuela de artes donde ejerce la docencia, pero cuando estos se graduaron decidió incluir a su esposa y a su hija en su grupo.
Los tres ahora conforman el grupo Afro-Son. La pequeña hija, de tan solo siete años, ejecuta el cajón.
“Afro-Son nace desde que ya somos reconocidos como la tercera raíz de México”, dice el músico: “la afrodescendiente. El territorio afro de la Costa Chica va desde Acapulco hasta llegar a la costa de Oaxaca. Me preocupó la música de Cruz Grande porque, es triste lo que voy a decir, pero es la realidad, los músicos originarios viven en un solo círculo y no se preocupan por llevar la actividad hacia afuera”.
Para su grupo Afro-Son, José Pablo prepara una grabación con treinta composiciones propias que integrarán el sonido del arpa, instrumento para el que José Pablo encuentra en formación. Para escucharlas, puedes seguir las redes sociales del grupo.