Niebla ardiente (2021), de la escritora Laura Baeza, sigue la historia de Esther, una mujer mexicana que ha huido de su pasado a Barcelona, pero incluso ahí, en las noticias, se encuentra con el rostro de su hermana Irene, quien desapareció y fue hallada en una fosa, víctima de feminicidio.
Esta novela, la primera de Baeza, aborda la complejidad de los vínculos de amor y poder en las familias, la deficiencia del cuidado de la salud mental para las infancias y la realidad mexicana plagada de violencia.
“Lamentablemente”, dijo la escritora durante la presentación de su libro en la Feria Nacional del Libro (Fenali) de la BUAP, “lo que sucede es que tenemos una depresión social tan fuerte que nos callamos todo. Necesitamos enunciarnos desde las pequeñas violencias, hacerlas visibles, ponerles nombre”.
Entonces, además de que la historia que presenta Baeza se sumerge en vivencias colectivas que son aterradoramente comunes en un país con miles de personas desaparecidas, explotadas y asesinadas, también presenta referencias biográficas de la autora.
Al igual que Esther, ella viene de una familia fragmentada, ha lidiado con la desconfianza que provoca una sociedad igual de fragmentada, y miraba los noticieros cuando estaba en el extranjero mientras pensaba que el retrato de México no podía reducirse a la violencia que aquí se vive.
“No sé si somos más que eso”, dice. “Esta depresión social a veces me invade. Trato de luchar con esto y pienso que yo puedo hacer la diferencia, pero llega un momento en que cualquiera de nosotros queda exhausto ante tanto horror y sentir las manos atadas”.
Vínculos de amor y poder
Irene fue diagnosticada con esquizofrenia y desde ese momento su familia y la trama de la novela se vuelcan hacia ella. Irónicamente, dice la escritora, “se habla de ella como se habla de cualquier persona que no tiene voz”.
La autora cree que muchas veces las familias abordan estas situaciones desde el miedo a lo diferente, sobre todo porque, en la historia, el padre de Irene decide abandonar a su familia después del diagnóstico.
Rebeca, la madre de Irene, asume el papel como cuidadora principal, y desde su instinto de protección, así como desde el miedo, toma una posición de poder frente a Irene, privándola del ejercicio de todos sus derechos, incluido el de expresar sus deseos e inquietudes.
Por otro lado, a Esther se le asigna desde niña, sin considerar su edad o las implicaciones, un rol también como cuidadora de su hermana, tan solo por ser dos años mayor que ella. Desde el punto de vista de la autora, esta es una situación normalizada que no debería suceder.
Así, mientras Esther se siente invisible, Irene se queda sin libertad so pretexto de su condición mental. Cada una lidia con lo que les ha sido asignado sin realmente haber sido tomadas en cuenta.
Desarrollar la complejidad en estas relaciones de poder entre los personajes fue difícil para Laura Baeza: cómo resolverlo y retratarlo era algo sobre lo que reflexionaba una y otra vez. En ese sentido, hay otro tema que Baeza exploró en Niebla ardiente: los privilegios.
Irene es hallada en una fosa común junto a otras mujeres que, se sospecha, fueron también víctimas de trata de personas. Desde la perspectiva de Baeza, que Irene haya sido buscada responde, igual que si ella misma desapareciera, a que tienen ciertos privilegios que ayudarían a que fueran buscadas. Muchas otras mujeres, sin embargo, no son buscadas: cuerpos como los de esa fosa (y de las fosas fuera de la novela) ni siquiera podrán ser identificadas.
Niebla ardiente comenzó a gestarse en 2013 y fue publicada en 2021. Muy al principio de su proceso creativo, Baeza quería escribir una historia sobre la memoria individual, pero sobre todo la colectiva, “de lo que somos cuando habitamos una estructura familiar y luego dejamos de ser”.
Con esto se refiere a la desaparición de Irene, pues, ante ello, todo lo que significaba el cotidiano de Esther desaparece también y deja de tener claridad sobre quién es ella sin su hermana.
Pareciera que las desapariciones de personas y los feminicidios, explica la autora, son sólo números y, de hecho, números “pequeños” en una estadística. Hasta que se vive un caso de cerca, puede percibirse que se trata de personas reales, que una sola vida tiene mucho peso en la vida de muchas otras personas.
En Niebla ardiente hay un personaje que ayuda a explicar el impacto casos como el de Irene tienen en las vidas de otras personas: Octavio Ayala, un periodista que tuvo que renunciar a su vocación y mudarse a otro estado tras recibir amenazas de muerte. Con él, además, se aborda el tema de la violencia hacia los periodistas en México.
Baeza ya pensaba en el tema desde aquel 2013, pues algunos amigos suyos fueron amenazados por trabajar en un periódico en Xalapa. “Ni siquiera eran reporteros, pero tenían sus teléfonos intervenidos”, cuenta la escritora. Viendo al pasado, ella lamenta que tan solo en lo que va de 2022 ocho periodistas hayan sido asesinados en el país.
“Eso”, dice con pesar, “no tendría que ser nuestro presente”.
Octavio también es el personaje en el que observamos que hay personas que deciden ayudar a otras solo por convicción, porque, tal vez como ella, quieren intentar hacer la diferencia.
“Lamento mucho haber escrito una novela con temas tan difíciles”, finaliza en la presentación de su libro, “y llegar a mucha gente a través de la empatía con el horror social. Escribí desde el coraje, y también desde esta rabia uno puede poner en palabras lo importante”.