Una serie de dibujos y de pinturas sobre cartón inspiradas en la nota roja, además de un performance donde pudo verse en vivo la creación simultánea tanto de un dibujo como de música experimental obtenida de sonidos distorsionados, son los elementos que integran el proyecto interdisciplinario “PiPoPe: pictórica poblana peligrosa”, del artista visual Alí Mezcal y el músico Alejandro Reyes Tlacatelpa.
Agobiados por la proliferación de información relacionada con la violencia, el crimen y la corrupción en México, este par de creadores se unió para producir material artístico que pudiera utilizar a la llamada nota roja como materia prima. Después de más de dos años de trabajo, los resultados de su proyecto conjunto se presentaron este sábado en una preinauguración del centro cultural Casa Olinka (18 Sur 5937, Jardines de San Manuel), que luce totalmente renovado.
“Yo tengo una fijación con la nota roja y con investigar al narco desde hace poco más de diez años”, explica Alí Mezcal al respecto de este proyecto, en entrevista con LUMBRERAS. “Soy insistente con ese tipo de temas, y hace dos años pensamos en hacer algo Alejandro y yo. Fue decisivo para mí trabajar con este tema, y él se abrió a empezar a generar un trabajo sonoro y musical con base en eso”.
Alí Mezcal realizó cinco pinturas sobre cartón que están inspiradas en situaciones de violencia y criminalidad, entre las que destaca la imagen de un hombre que escupe fuego sobre la leyenda “Por el pinche sombrero”. Esta pieza alude al asesinato de tres jóvenes estudiantes de medicina y el chofer de transporte privado que los trasladaba en el municipio de Huejotzingo, cercano a la capital poblana.
Algunas de las primeras versiones de este caso, ocurrido en febrero de 2020 y que desató las protestas estudiantiles más numerosas de la última década en Puebla, apuntaban a que el conflicto entre los jóvenes y locales del lugar, que acudían a las festividades del carnaval, se habrían originado por una riña desencadenada por un sombrero.
En los dibujos de Alí Mezcal, que permanecerán en Casa Olinka la presente semana, pueden distinguirse también los rostros de políticos y funcionarios públicos ligados a todo tipo de escándalos, entre ellos el exgobernador de Puebla Mario Marín, hoy preso por el delito de tortura contra la periodista Lydia Cacho; el exsecretario de la Defensa Nacional Salvador Cienfuegos, y hasta el gobernador actual, Luis Miguel Barbosa.
“Yo solía leer muchas noticias generales, principalmente en la revista Proceso”, explica el músico Alejandro Reyes Tlapatelca sobre su participación en el proyecto. “Siempre estaba enterado de lo que sucedía en política y en el mundo. Es importante, porque somos seres humanos contemporáneos y hay que estar informados lo mejor posible. Me deprimía bastante darme cuenta de la corrupción, de la falta de Estado de derecho, de los crímenes, tanto de nota roja como de cuello blanco, y ver que vivimos en un país que tiene tanta riqueza y cultura, recursos humanos, pero por otro lado tiene ese lado tan oscuro”.
La participación del músico en “PiPoPe: pictórica poblana peligrosa” consistió en el tratamiento de sonidos obtenidos de notas policiacas radiofónicas por medio de un software que le permitieron distorsionarlas a tal grado de quedar irreconocibles y escucharse como música experimental electrónica. Al mismo tiempo, el músico comenzó a producir dibujos y garabatos sobre las bandas de sonido.
El performance en vivo, del que puedes darte una idea con el video que preparamos en LUMBRERAS, consistió en que ambos artistas produjeron una pieza en vivo: Alí realizó un dibujo similar a los expuestos en la muestra, mientras que Alejandro trabajó en vivo con los sonidos radiofónicos para crear música.
Por momentos, la acción de ambos artistas parecía reflejar uno al otro como en un espejo: aunque Alí se concentraba en dibujar, tenía también un teclado a su disposición con el que ayudaba a complementar la música que producía su compañero. Alejandro, por su parte, hacía dibujos también en vivo, sobre la banda de sonido, y estos podían verse en la proyección de la pantalla de su computadora sobre la pared.
“Sí, es un trabajo interdisciplinario”, explica al respecto Alejandro Reyes Tlapatelca, al finalizar la presentación, “porque, como comenté, él pinta y hace sonido, y yo, con mi gráfica sonora, pinto sobre ella y hago gráfica. Es el proceso inverso”.
“Yo utilizo el dibujo como instrumento sonoro”, añade Alí Mezcal, “y él usa la música para producir imagen. Sí podemos dialogar”.
Para llegar a este resultado, ambos creadores se reunieron durante dos años para discutir ideas, comentar sus procesos de documentación y acordar cómo podía aportar cada uno, desde las disciplinas que dominan, al proyecto que querían construir en conjunto.
Una de las decisiones que tomaron, por ejemplo, fue la de trabajar el sonido con fragmentos de nota roja radiofónica, pues, aunque esta ya no es reconocible al momento de que los espectadores la escuchan durante el performance, su valor aurático permanece, lo que dota de un valor especial a la pieza.
“Tiene una carga”, dice Alejandro sobre esto, “el retomar la información y transformarla, a partir del arte, en algo más. La transfiguración de los materiales es importante cuando estamos hablando de este tema”.