Artemio borra todo, salvo la sangre, de la historia del arte

Para la serie de pintura conceptual “Sangre”, el artista contemporáneo Artemio replicó 49 cuadros seleccionados de diversas épocas, estilos y movimientos artísticos que tienen algo en común: la representación de la sangre. Sin embargo, en los prístinos lienzos blancos el artista nacido en la Ciudad de México en 1976 dejó únicamente el fluido rojo que tiene multiplicidad de sentidos e ignoró todo lo demás.

El resultado de este proyecto artístico puede verse ahora y hasta el 28 de agosto en las salas temporales del Museo Amparo (2 Sur 708, Centro) como parte de la exposición “Artemio. Sangre”, que contiene casi cincuenta réplicas de los cuadros originales en su escala exacta, mismos que recorren más de seis siglos de la historia de la pintura.

Durante una rueda de prensa en la que se dieron a conocer los detalles de la exposición, Artemio recordó que pertenece a un movimiento de artistas conceptuales mexicanos nacidos en los años setenta cuya característica común fue el rechazo que sostuvieron contra el arte pictórico en sus inicios. Por ello, recalcó, resulta interesante que muchos de ellos hayan vuelto en años recientes a proyectos de pintura expandida o conceptual, “desde otro lado”, como parte de su trayectoria creativa.

Artemio frente a una de sus piezas de la exposición ‘Sangre’. Foto: Josué Cantorán

“Viendo distintas exposiciones”, relató el artista conceptual en rueda de prensa, “me di cuenta que también, fuera del arte en Latinoamericano, en la época novohispana, que es bien sangrienta, en general la sangre está poco presente. Pensé que sería interesante hacer una exposición de pintura sobre la sangre sin las pinturas. No voy a hacer una serie de pinturas sangrientas como lo hicieron los accionistas vieneses, ni voy a clavarme en hacer algo yo con la sangre, como pensé en algún momento. Decidí llevarlo a lo más básico”.

Artemio explicó que la génesis del proyecto “Sangre” data de muchos años atrás, cuando su práctica artística se concentraba en el videoarte y en la intervención y edición de películas emblemáticas de acción y ciencia ficción, a las que les removía escenas enteras para eliminar de ellas el contenido violento. En algún punto, Artemio se percató de que algunas producciones de superhéroes de los años más recientes contenían grandes batallas épicas en las que no se representaba prácticamente una sola gota de sangre.

Lo anterior lo llevó a reflexionar sobre la representación de este fluido animal, lo que resultó en una larga investigación en la que Artemio exploró la historia de la sangre en el arte pictórico. En un archivo digital, el artista logró reunir varios centenares de cuadros donde la sangre tenía un papel importante, entre las que se incluían escenas de batallas, Jesucristos crucificados, animales degollados y representaciones de violencia de género.

Artemio dejó solo la sangre de los cuadros originales. Foto: Josué Cantorán

Luego de un viaje por Europa en el que se permitió conocer en persona algunas de las pinturas de su investigación, Artemio seleccionó unas cincuenta piezas que lograban dar variedad temática, estilística e histórica y, con ayuda de su equipo, replicó lienzos de los tamaños exactos de los cuadros originales y colocó la pintura roja donde ésta estaría ubicada originalmente.

Según explica el Museo Amparo en un comunicado, “el color rojo de la sangre se convierte en protagonista del lienzo y del espacio que ocupa, solo es visible al espectador una corporeidad roja que funge como evidencia de alguna batalla, de una venganza, de un sacrificio”. Por lo anterior, “la violencia se vuelve más evidente cuando el fondo de la obra es un plano uniforme y la sangre se mantiene como la única materia presente en la pintura”.

La sangre es sangre

Durante un recorrido por la muestra, Artemio explicó que seleccionó exclusivamente cuadros donde el derramamiento de sangre hubiera ocurrido a causa de una situación de poder: batallas bélicas, violencia de cualquier tipo, explotación animal o humana.

La reinterpretación de un Jesucristo crucificado. Foto: Josué Cantorán

Sin embargo, para este proyecto, el artista no quiso otorgar un significado específico a la sangre, que para cierta mirada puede simbolizar la muerte y para otra la vida, con lo que delegó en el espectador la reacción e interpretación que pueda darle al rojo intenso sobre el lienzo blanco de sus piezas.

“Yo muchos años trabajé haciendo cosas medianamente políticas”, reconoció el artista durante la rueda de prensa, “y también decidí hace varios años desprenderme de eso, porque creo que a mí, como artista, no me toca ser una reacción inmediata a lo que está sucediendo. Como artista, yo puedo hablar del poder sin hablar del presidente. Me parece a mí que los propios artistas debemos separarnos y entender que no somos ni caricaturistas ni cronistas, hacemos otro tipo de comentarios sobre lo que sucede”.

Al citar el libro “El significado oculto de la sangre”, de Rudolf Steiner, el artista recordó que la sangre puede tener diversos fondos simbólicos, y que por ello decidió utilizar la palabra más literal, “Sangre”, para titular su proyecto, su serie y su exposición.

La sangre de un autorretrato de Jenny Saville. Foto: Josué Cantorán

La selección

Para Artemio, la selección de obras incluidas en su serie “Sangre” implica también una exposición imposible que incluye algunos de sus cuadros favoritos que, reconoce, no podrían jamás estar en el mismo museo por motivos de logística y de preservación, pues algunos de ellos son de altísimo valor histórico y forman parte de diversas colecciones alrededor del mundo.

Las obras icónicas “La cabeza de Medusa” (1957), de Caravaggio, y “Salomé” (1889), de Leon Herbo”, sirven como punto de partida para la exposición de Artemio. El primero de ellos, sostuvo el artista durante un recorrido por la exposición, fue uno de los primeros artistas en la historia que muestran “enjundia” en su representación de la sangre.

Otros autores utilizados como referencia en la serie de Artemio son Goya, Artemisia Gentileschi con su famoso cuadro “La decapitación de Holofernes”, Rubens, Rembrandt y Francis Bacon. Se suman también cuadros como “La muerte de Marat”, de Tiziano, una representación de Jesucristo crucificado de Velázquez, y hasta un autorretrato de Jenny Saville, la artista más reciente de la selección.

Algunos artistas mexicanos también fueron incluidos, como Félix Parra, con su cuadro “Episodios de la conquista: la matanza de Cholula”, y Frida Kahlo, con su emblemático “Unos cuantos piquetitos”.

“Artemio. Sangre” podrá verse en el Museo Amparo hasta el 28 de agosto. Para más información, puedes visitar las redes sociales del museo.

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