“En la vida estamos como en un relojito de arena y nunca sabes en qué momento estás arriba y en qué momento tú, siendo uno de los granitos, ya caíste abajo. Y puede ser que, con algún granito, en algún momento en particular, te vuelvas a chocar y a encontrar, pero puede ser que por allá estén flotando simultáneamente y que nunca se encuentren. La vida es así, tiene altibajos, va y viene”.
Así es como la traductora letona Agnija Anča describe la novela Polvo en el reloj de arena (2019), de su compatriota, el escritor Arno Jundze, y que llega al mercado editorial mexicano gracias a una traducción suya publicada por el sello Abismos Casa Editorial.
La extensa obra de ficción se centra en un personaje masculino que vive vidas alternas y reencarnaciones varias en diversos momentos de la historia de Letonia, un país báltico del Este de Europa que entre 1940 y 1990 perteneció a la Unión Soviética.
“Se trata única y solamente de un personaje masculino”, explica la traductora al respecto en una extensa entrevista con LUMBRERAS, “en distintos momentos históricos. Se muestran sus vidas anteriores, que él está reviviendo en sueño, y de repente se confunde cuál es el verdadero él, pues se van mezclando”.
Aunque la más antigua de las vidas del protagonista de la novela se remonta al siglo XV, las tramas principales ocurren durante y después de la etapa soviética de Letonia. El autor, explica su traductora al español, se basó en experiencias propias y de sus amigos para contextualizar estas etapas históricas, lo que permite a los lectores latinoamericanos conocer detalles de la vida cotidiana de las repúblicas antiguamente soviéticas que parecerían culturalmente lejanísimos.
“Todo lo que tiene que ver ya con la época soviética”, explica Agnija, también artista visual e integrante del colectivo La Pesera, “la caída del régimen soviético y de los años 2000 para acá, todos son hechos reales que el autor vivió en su piel propia, o lo que le pasó a su abuelo, y otras son las que le contaron amigos al regresar después del servicio militar obligatorio”.
Agnija, que nació en Letonia cuando este país aún formaba parte de la URSS y ha vivido en México los últimos diecisiete años, explica que la experiencia de vida de las antiguas repúblicas soviéticas es radicalmente opuesta a la noción que se tiene en América Latina sobre lo soviético, muchas veces positiva, por lo que Polvo en el reloj de arena podría ser un acercamiento a este complejo proceso histórico y la experiencia de quienes lo vivieron en carne propia.
Así, por ejemplo, el reclutamiento de jóvenes para participar en el servicio militar obligatorio y la censura cultural impuesta por el régimen, que obligaba a los pobladores a participar del contrabando y de formas clandestinas de consumo cultural —como tardeadas de cine prohibido— son algunos aspectos que se retratan en Polvo en el reloj de arena.
“En el contexto mexicano”, añade Agnija, “la Unión Soviética era vista de manera muy positiva, por todos los intercambios científicos y de estudiantes. Hubo mucho apego y cariño hacia lo ruso, pero en nuestros contextos no pasó así, y menos en la época soviética”.
Otros aspectos de la vida cotidiana de las exrepúblicas soviéticas que pueden leerse en Polvo en el reloj de arena corresponden, por ejemplo, a la situación de vivienda —familias que debían vivir en un departamento junto a varias otras mientras el Estado les asignaba una casa—, la imposición del ruso como lengua franca pese a que la población general luchaba por conservar su lengua nativa, entre otras más.
“Se puede leer”, explica la artista y traductora afincada en Puebla, “cómo era la vida en Letonia en la época soviética, el cambio de régimen que hubo los 90 y lo que está sucediendo desde 2000. Sí se puede tomar como base introductoria de cómo estuvo la vida de aquel lado, con las restricciones del régimen, porque Rusia nunca aceptó que fue una ocupación: su versión de lo que pasó en esos cincuenta años es distinta a la que vivimos las exrepúblicas socialistas que fueron anexadas a la fuerza, en nuestra percepción y entendimiento”.
Polvo en la historia de la literatura letona
En el medio siglo que se extendió el régimen soviético sobre Letonia, la publicación de obras literarias y otros productos culturales debía pasar el filtro de la censura oficial. Muchos autores que cuestionaron el régimen, explica Agnija Anča, vieron prohibida la publicación de sus manuscritos. Cuando la URSS cayó, por el contrario, una ola de autores nacidos en los años 60 buscó escribir ficción que contextualizara lo ocurrido en aquella época de oscurantismo literario.
“Lo interesante con la literatura letona”, dice la traductora, “es que en los cincuenta años del régimen soviético se publicaba única y exclusivamente lo que era correcto, lo que Moscú aprobaba. Si algún autor era non grato, el castigo era que no lo publicaban. Sí se conocen múltiples casos de poetas, de dramaturgos, que se atrevieron a criticar o a hacer ciertas observaciones, y llenaron sus libretas de obras nada más para ellos o para compartir entre amigos”.
El autor de Polvo en el reloj de arena, Arno Jundze, nacido en 1965, pertenece a una generación literaria que comenzó a publicar en los años noventa. En aquellos años, explica Agnija, los autores letones, al fin librados de la censura, comenzaron a discutir qué hacer con los archivos de la KGB —la agencia de inteligencia soviética— en su país y cómo pasar por la ficción aquella etapa que muchos otros de sus conciudadanos preferían olvidar.
“Este libro”, sostiene su traductora en entrevista, “es uno de los que se atreve a mencionar ciertas cosas sobre lo que era tabú (…), toca algunos temas de los contrabandos, cómo hacían las tardeadas de cine con VHS clandestinos, esas cosas de la vida cotidiana que sí son muy enriquecedoras para entender cómo era la vida allá. En ese sentido diría que es valioso para muchas personas que, como yo, aunque nací en la Unión Soviética, no las recuerdo tan vivas”.
Arno Jundze continúa escribiendo en estos días, es presidente de una asociación letona de escritores y titular de un programa televisivo donde da recomendaciones literarias. Una de sus obras más emblemáticas, titulada El mercurio rojo y escrita a manera de bitácora, documenta los hechos más relevantes en los cincuenta años de ocupación soviética en Letonia.
La traducción
Aunque Agnija Anča había traducido del letón al español subtítulos para películas y series de televisión, guardaba el sueño de traducir obras literarias, así que, cuando llegó la invitación de la plataforma Latvian Literature para traducir Polvo en el reloj de arena al español, no dudó en aceptar el encargo.
“Cuando hice la traducción muestra, que eran solo dos páginas”, cuenta la también artista visual, “no sabía de qué se trataba completamente la obra. Me aventé a la aventura sin saber de qué se iba a tratar”.
Lo más complejo para Agnija fue traducir los vocablos de origen ruso que se conservan en la lengua letona y la jerga militar, particularmente las palabras que solo se utilizaron durante el régimen soviético.
“Incluso había palabras que no entendía qué significaban”, confía en entrevista. “Le escribí al autor y pregunté con mi papá y personas de su generación a quienes sí les tocó el servicio militar soviético. Esos eran los detallitos en los que me quedaba trabada para saber cómo resolver”.
Uno de los términos de traducción más compleja fue el vocablo “milítsiya”, que hace referencia a la corporación militar que se encargaba, en tiempos soviéticos, de resguardar el orden público. Agnija sintió que las palabras “policía” y “milicia” no lograban referir el significado específico que buscaba, así que decidió mantener el original y agregar una breve explicación mediante una nota de la traductora al pie de página.
“Tampoco quise dejar demasiados pies de página”, confía, “aunque a veces quería poner más para explicar más a detalle”.
Para el fragmento de un texto poético incluido en la novela, Agnija recurrió a la poeta María Villatoro, quien revisó la primera versión de la traducción, más literal, y le dio “la rítmica adecuada y lo poético como debería de ser”.
Finalmente, otra decisión editorial que Agnija tuvo que tomar fue la de mantener los nombres y apellidos letones con su ortografía original, incluso con los acentos y tildes que se utilizan en aquella lengua indoeuropea pero que no existen en español. Esto, sin embargo, fue marcado por la propia historia, pues Agnija encontró que algunos personajes conservaban sus apellidos originales mientras que otros los habían cambiado por versiones en ruso.
Después de su primera obra literaria traducida, Agnija Anča desea ahora llevar obras mexicanas al mercado editorial letón. Particularmente, revela, le interesaría la obra de Margo Glantz, la de Paco Ignacio Taibo —por el gusto que hay en su país natal por las narrativas policiacas— y los cuentos de Leonora Carrington, que podrían interesar al público juvenil.
Puedes obtener una copia de Polvo en el reloj de arena en la página web de Abismos Casa Editorial. También se prevé que haya presentaciones de la novela en Puebla en los próximos meses.