- Su primer libro contiene diecisiete cuentos, tanto fantásticos como realistas, que abordan la violencia contra las mujeres como tema central
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Con el libro de cuentos Maldita (2020), la escritora Raquel Hoyos (Puebla, 1986) inicia oficialmente su carrera en la literatura.
Si bien otros textos suyos ya habían aparecido en antologías tanto impresas como digitales, y había obtenido reconocimientos en varios certámenes literarios, Maldita es la primera publicación individual de Raquel.
El libro contiene diecisiete cuentos breves que abordan, en su mayoría, situaciones que podrían considerarse como violencia de género. Sus protagonistas femeninas viven desde el acoso callejero, la violencia sexual, o bien deben ceñirse a los roles de género que les son impuestos culturalmente, o se oponen a ellos.
Y aunque los textos comparten temas en común, son distintos entre sí en estructura y género. Los hay los más realistas, pero también hay otros donde los elementos fantásticos irrumpen de manera sorpresiva, e incluso hay otros que podrían considerarse terror y ciencia ficción, los géneros predilectos de la autora.
Maldita fue editado en 2020 por la Secretaría de Cultura de Puebla como parte de la colección Letras Confinadas, que surgió de la convocatoria del mismo nombre, dedicada a promover la literatura producida en el estado durante la primera etapa de la contingencia sanitaria originada por el covid-19.
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Raquel Hoyos Guzmán comenzó a escribir desde la preparatoria y estudió una licenciatura en literatura hispánica en la BUAP, pero se tomó en serio como escritora en 2018, cuando postuló un texto suyo al primer concurso de cuento breve sobre rock “Parménides García Saldaña”, al que convocaron el foro cultural Karuzo y la editorial artesanal Ediciones Ají, y obtuvo el primer lugar.
El premio y la publicación impresa, que compartió con el resto de los finalistas del certamen, motivaron a Raquel a seguir escribiendo cuentos. Decidió profesionalizarse y tomar talleres con escritores locales como Beatriz Meyer, José Luis Prado y José Luis Zárate, para pulir sus textos.
“Ellos me ayudaron muchísimo para la estructura del cuento”, cuenta Raquel en entrevista con LUMBRERAS, “porque yo ya traía las ideas, y traía muchas. Por eso creo que produje bastante en esos talleres. Mucha gente me decía ‘es que escribes bastante, es que tienes muy buenas ideas’. Es que yo las traía acumuladas desde mucho antes. Ellos me ayudaron en cuanto a estructura, en cuanto a ser más disciplinada, saber cómo desarrollar mis personajes, qué tipo de narradores usar. Varios de los ejercicios que hice en los talleres están en Maldita”.
En septiembre de 2020, cuando la emergencia sanitaria causada por la pandemia de covid-19 cumplía medio año en México, la Secretaría de Cultura estatal emitió la convocatoria Letras Confinadas para novela, cuento y poesía. Raquel decidió participar. Tenía unos diez cuentos guardados en su computadora y otros más sin terminar. El material no era suficiente para el número de páginas que la convocatoria requería, así que se sentó a escribir.
“Lo que me gusta de las convocatorias”, dice, “es que de cierta manera te impulsan… quería decir ‘obligan’, pero más bien impulsan… a terminar un proyecto, porque yo tenía varios cuentos en la computadora no terminados”.
Recién concluida su relación laboral con un diario impreso, en el que se desempeñaba como jefa de información, Raquel al fin encontró el tiempo para poner punto final a las ideas que rondaban su cabeza. Antes del cierre de la convocatoria, envió el manuscrito y esperó.
Así surgió Maldita.
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Aunque ha intentado escribir poesía y novela, Raquel se considera eminentemente una cuentista.
“Yo a veces creo que el género te elige”, dice, “porque también escribo algunos poemas, pero no me he podido desarrollar como poeta. He intentado también la novela, pero ahí se ha quedado también, en el intento, y no he podido avanzar ni culminar. El cuento se me da mucho más fácil. No digo que sea siempre muy fácil, pero creo que tengo esa habilidad para narrar a través de los cuentos, y es lo que más me gusta también, lo que más leo. Sí, definitivamente me considero cuentista”.
Los escritores favoritos de Raquel son H.P. Lovecraft y Edgar Allan Poe, aunque en un par de cuentos de Maldita se observa también la influencia de Cortázar, con sus intercambios corporales à la “Axolotl” y entes no identificados que se apoderan de una casa. Sus “tres brujas literarias”, como ella las llama, las autoras que más han moldeado su concepción del cuento, son las mexicanas Amparo Dávila, Guadalupe Dueñas e Inés Arredondo.
Entre las escritoras contemporáneas, Raquel cita a su maestra Beatriz Meyer, a María Fernanda Ampuero, Mariana Enríquez y Samanta Schweblin, y, más recientemente, con la ciencia ficción en mente, a Andrea Chapela.
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La protagonista del primero de los cuentos de Maldita, “Sólo quédate quieta”, sale tarde del trabajo hacia la estación del metro. Mientras recuerda el día arduo en la oficina, en el que uno de sus superiores intentó cruzar los límites profesionales, ella debe mantenerse alerta frente a los peligros que las mujeres corren durante la noche en las urbes modernas.
En otro de los cuentos, “El futuro cambia a mediodía”, Sara es presionada para casarse con un pretendiente pese a que en secreto mantiene una relación amorosa con Gloria. Hay otros cuentos que exploran la violencia al interior de las familias, o entre las parejas, la relación compleja entre madres e hijas, o entre amigas.
Varios de los relatos, como “Carmen” y “Legado”, presentan a personajes femeninas que poseen conocimientos ancestrales, son curanderas, o ayudan a otras mujeres a interrumpir sus embarazos, y algunas de ellas enfrentan el rechazo o el escarnio de sus comunidades.
Ante la variedad de temas y géneros, Raquel obtuvo la inspiración para contar estas historias de múltiples fuentes: de lo que ha vivido, de lo que sus amigas y vecinas le han contado, de lo que ha leído en su experiencia laboral en los medios de comunicación informativos, de las leyendas que le han transmitido sus ancestras.
“Mi abuela, que ya falleció, era de Oaxaca y vivía en un pueblito muy típico, de usos y costumbres”, cuenta Raquel en entrevista. “Estos temas de las mujeres curanderas, más que brujas, aunque también se les dice ‘brujas’ a las mujeres que curan con hierbas y que son a la vez parteras y hacen todo este tipo de rituales, los fui escuchando desde muy pequeña, fueron construyéndose en mi imaginario, y después logré trasladarlos a mis historias”.
Por ejemplo, el personaje Matlacíhuatl, que aparece en el cuento “Su imagen en un altar”, proviene de una leyenda popular oaxaqueña. Según contó su abuela a Raquel, se trata del demonio mismo transfigurado en una mujer hermosa que seduce a los hombres por las noches, en especial cuando están ebrios, para darles muerte o enloquecerlos.
“Crecí escuchando eso”, confiesa Raquel, “y pensé que debía usarlo en un cuento en algún momento”.
La inspiración de algunas de las historias o anécdotas escalofriantes que aparecen en los cuentos proviene, tristemente, de fuentes más tangibles. Los padres de Raquel tienen una tienda de comestibles. “Tú pareces un sacerdote, todos vienen, se confiesan contigo y te cuentan muchísimas cosas”, suele decirle Raquel a su madre.
En el relato “Flores de jazmín”, por ejemplo, un hombre introduce los dedos en la vagina de su pareja, cuando ésta llega a casa, para olerlos y corroborar que no haya tenido intercambio sexual con otro hombre. “Eso sí le pasó lamentablemente a una vecina”, cuenta Raquel. “Esa escena se me hizo horrible, y quise retomarla en este cuento”.
Algo un poco distinto ocurrió con el cuento “Carmen”, en el que una mujer promete a su amiga ayudarla a interrumpir su embarazo no deseado, pero termina linchada por la gente de su propia comunidad. Este relato estuvo inspirado en la supuesta historia de uno los cuerpos momificados de Guanajuato, del que tradicionalmente se ha dicho que fue una poderosa bruja asesinada por su pueblo, aunque estas versiones recientemente han sido puestas en duda. Raquel tuvo acceso a esta historia a través de una nota informativa que leyó en su trabajo.
“Esta momia”, explica Raquel, “estaba enjaulada y encadenada porque había sido considerada una de las brujas más poderosas y peligrosas. Esa misma nota decía que ella había sido curandera. Entonces, me puse a pensar cuánto no habrá ayudado Carmen a su comunidad y de qué manera le pagaron. Qué manera tan terrible de morir: encadenada, enjaulada y traicionada por su propia comunidad”.
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Quizá habrá quien suponga, cuando sepa que Maldita es un libro sobre la violencia de género, escrito por una mujer que se asume como feminista, que su relevancia se agota ahí, en el tema de gran interés coyuntural. No es el caso. Los cuentos que integran Maldita tienen un eminente carácter literario. Su intención estética se hace palpable en el evidente cuidado que Raquel puso en la estructura de cada uno.
Esto puede notarse desde el primer cuento, “Sólo quédate quieta”. En él, seguimos a Marta, una mujer que sale del trabajo después de una larga jornada. Mientras se dirige de su oficina al transporte público, Marta va alerta de quienes la rodean, preocupada porque, además, tendrá que convencer a su pareja de que es verdad que estuvo trabajando tarde en la oficina. A la vez, recordamos con ella su arduo día en el trabajo: el acoso de uno de sus superiores, las precarias condiciones laborales. Ambas líneas narrativas, la del camino a casa y la de los recuerdos, van entrecruzándose de manera tan natural que dan la apariencia de que se trata de un texto simple. El final, sus dos últimas líneas, cierran el relato con contundencia.
“Fue con total intención que este cuento abriera el libro, desde que mandé el manuscrito”, explica Raquel en entrevista, “porque es uno de los que más me gustan, precisamente por la estructura y por lo doloroso que fue escribirlo. No es que sea mi historia, sino que es mi historia y la de todas. No es exactamente la mía, pero sí he estado en la calle pensando en muchas cosas pero a la vez teniendo esta precaución de quién va caminando atrás de mí, cuánto me falta para llegar. Ese miedo tan constante que tenemos las mujeres me llevó a escribir el cuento. Siento que es el más fuerte en las dos partes, y quería que abriera precisamente para que digan eso: ‘quiero seguir leyendo y ver qué hay después’”.
Sobre la estructura que da forma a sus relatos, Raquel dice haber encontrado su principal guía en los talleres literarios, en especial el que tomó con Beatriz Meyer, quien la inspiró a experimentar con múltiples formas narrativas, personajes y tiempos verbales.
“Yo escribo la historia como me viene a la cabeza”, dice Raquel a esta revista digital, “sin pensar mucho en la estructura. Es lo primero que hago. Si empiezo a pensar en la estructura, me encuentro con muchos topes y a veces no avanzo, entonces primero escribo de corrido, como me viene a la cabeza. Difícilmente queda a la primera, no digo que no tenga trabajo después. Muchas veces tengo que volver a modificar la estructura, meter algo por acá, por allá, cambiar el tiempo, el personaje, el tipo de narrador. Entonces, estoy haciendo todos esos experimentos para ver cómo quedaría mejor, porque siempre hay muchas versiones anteriores”.
Así, por ejemplo, la primera versión de “Sólo quédate quieta” tenía solo una línea narrativa, la de la mujer que va en camino de la oficina a la estación de metro. Después, Raquel decidió intercalar la segunda, que coincide con la recapitulación de los restos del día de la protagonista.
“Esto también me ha costado mucho tiempo. Ahora lo trabajo con más conciencia y tranquilidad, sin estresarme tanto, pero ha sido hasta ahora”, reconoce la escritora. “Muchas veces creemos que el cuentista, o el escritor o escritora en general, es casi casi un iluminado que se sienta a escribir y ya. No, hay muchísimo trabajo detrás”.
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Los primeros cuatro relatos de Maldita ocurren en mundos muy parecidos al nuestro. Son realistas, podríamos decir. Al llegar al quinto, “Volado”, sorprende gratamente que la protagonista del cuento se encuentra con una irrupción fantástica en su vida: sus diarios de viaje, todavía vacíos, empiezan a llenarse por sí mismos de anécdotas y fotos.
Más adelante en el libro, otros cuentos también se centrarán en temas de lo fantástico. En “Carita de porcelana”, una adolescente con una relación compleja con su madre intercambia cuerpos con el de una muñeca después del encuentro con una hechicera. “Invasores”, “Los gatos le temen al agua” y “Se fue como el humo” también entran en esas categorías. “Perfect dolls”, incluso, es sin duda un cuento de ciencia ficción.
“He escrito mucho realismo y me gusta hacer una estampa de la realidad, de ciertos momentos, de ciertas historias, que sí creo necesarias contar”, dice Raquel. “Pero definitivamente mi amor y pasión están en los géneros especulativos, por todas esas posibilidades que te ofrecen para jugar y transgredir la realidad. Me encantan el terror, la ciencia ficción, lo fantástico”.
De hecho, el segundo libro de Raquel, Imago, que se publicará este 2022 bajo el sello Odo Ediciones, tendrá siete cuentos, todos de ciencia ficción. En la actualidad, con ayuda de la beca PECDA, Raquel está escribiendo relatos tanto de ficción weird, un subgénero del terror, como de ciencia ficción.
“Ahora he escrito dándome esa libertad mucho más. Yo sentía que una como escritora debía tener un enorme bagaje, o ser súper talentosa, para escribir estos géneros. Yo tenía esa idea. No es que no tenga habilidad, pero tenía demasiados temores al escribir fantástico, terror y ciencia ficción. Ya estoy más relajada, un poco más segura de lo que escribo, y ya me permito estos géneros. En el futuro, lo que puedan leer de mí sí va a ir totalmente dentro de lo fantástico, el terror y la ciencia ficción”.
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En octubre de 2020, la Secretaría de Cultura publicó los resultados de la convocatoria Letras Confinadas, que culminaría en una colección de nueve libros impresos, tres por categoría: novela, cuento y poesía. Raquel resultó seleccionada y dio inicio al proceso editorial, a cargo de la editora Princesa Hernández Muñoz.
“Tuve mucha suerte porque la encargada de las ediciones”, dice Raquel, “también es escritora y tiene una visión podría decirse que bastante feminista, o por lo menos de apoyar la escritura de las mujeres. Aunque la conocía de vista en la universidad, no había tenido la oportunidad de tratarla. Ella me decía que le agradaron bastante los cuentos del libro y las veces que se comunicaba conmigo sí era de una manera no solo amable sino también muy sorora y tomándome en cuenta todo el tiempo”.
Aunque admite que hubo dificultades en los procesos de corrección de estilo, Raquel dice sentirse satisfecha con el trabajo editorial hecho por la secretaría.
“Creo que es cuando te das cuenta”, dice, “de la diferencia que hay con el tipo de personas que dirigen las instituciones. Ella está de encargada de las ediciones pero también está Beatriz Meyer en la Secretaría de Cultura. Tienen una visión muy diferente y realmente te escuchan. Bueno, en mi caso, porque también he escuchado otros en los que no están muy a gusto, pero hablando de mí, han sido muy comprensivas y me han tenido mucho en cuenta como autora”.
Para Raquel, la experiencia de tener su primer libro publicado ha estado llena de satisfacciones. Maldita ya ha sido utilizado en clases de literatura y en al menos un círculo de lectura. Con ello, no solo ha comenzado a recibir comentarios de lectores que le han hecho notar algunos aspectos sobre sus textos que la han sorprendido, sino que además le ha permitido conectarse con redes de escritoras.
“Ha sido una experiencia muy chida”, cuenta. “Obviamente, desde mi perspectiva como escritora, el tener ya un producto, que es como tu hijo o hija, me ha permitido conocer a mucha gente. Con el contexto de la pandemia, en el que puedes contactarte para eventos o espacios con personas de todo el país y de otros países, he logrado conocer muchas mujeres, lectoras, que de repente me mandan un inbox diciendo que ya leyeron el libro y les gustó mucho”.
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Antes de Maldita, otros cuentos de Raquel aparecieron publicados en otras antologías o soportes. Su primer cuento, “Las groupies”, que la hizo ganadora del primer concurso de cuento breve sobre rock “Parménides García Saldaña”, puede encontrarse en línea en la página web del diario La Jornada de Oriente. La antología Todos somos Teresa (2020), donde aparece el cuento suyo “El río la devolvió”, también puede descargarse de forma gratuita.
Otro relato de Raquel Hoyos se encuentra publicado en la antología de formato impreso Los excéntricos, de la editorial Lapicero Rojo, ubicada en Tijuana.
Raquel ya solo afina los detalles de su próximo libro, Imago, para publicarse este año. Este tendrá siete cuentos de ciencia ficción y fue acreedor del primer premio de libro de cuentos “Imaginación y futuro”, convocado por la MexiCona y Odo Ediciones.
Además, con la ayuda del Programa de Estímulos a la Creación Artística (PECDA), también de la Secretaría de Cultura estatal, Raquel prepara ya no uno sino dos libros de cuentos más: uno con relatos de terror y fantasía, y otro centrado de nuevo en la ciencia ficción.
Ejemplares de Maldita están disponibles en las sedes de la Secretaría de Cultura del estado de Puebla. Una versión digital del cuentario puede obtenerse al contactar a la autora directamente.