La Secretaría de Cultura de Puebla, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y la Embajada de Suiza en México entregaron esta mañana cincuenta piezas arqueológicas que fueron restauradas gracias a un proyecto de conservación de bienes culturales en el que participaron estas tres instancias.
Diecisiete de las piezas restauradas forman parte de la colección de la Ceramoteca “Eduardo Noguera Auza”, ubicada en el Museo Regional de Puebla (Murep), recinto adscrito al INAH. El resto pertenece a museos comunitarios en los municipios de Tlatlauquitepec, Chalchicomula de Sesma, Zacatlán y Tecamachalco, según informaron las autoridades de estas instituciones en un acto protocolario que se realizó la mañana de este miércoles en el museo antes referido.
Ahí, el director del Centro INAH Puebla, Manuel Villarruel Vázquez, destacó que el gobierno federal actual ha apostado por una “visión del siglo XXI” en materia de exhibición y conservación de bienes culturales muebles, misma que busca evitar la descentralización, pues, ahondó, algunos de estos bienes arqueológicos cobran mayor sentido cuando están situados en las comunidades de donde son originarios.
“No son objetos muertos o sin uso”, dijo al respecto. “Tienen gran simbolismo para los habitantes”.
Algunos de ellos, como el monolito de piedra que se encuentra en el jardín central de Tlatlauquitepec, advirtió el funcionario federal, abren incluso debates sobre la implicación que tiene su conservación. Este objeto, continuó, se ha dañado al estar a la intemperie, pero la usanza tradicional del municipio serrano dicta que debe estar así, en el exterior, pues se cree que este tendría influencia en los ciclos meteorológicos.
Sobre los diecisiete objetos que se conservan en la ceramoteca del Murep, hay nueve platos, cinco cajetes, dos ollas pequeñas y un incensario. Se trata de objetos polícromos en colores cálidos como marrón y naranja, con motivos decorativos geométricos que en su centro tienen figuras zoomorfas o antropomorfas.
Algunos de estos pertenecen a las culturas teotihuacana y mexica, pero algunos más son incluso mucho más antiguos, del periodo preclásico, y unos más reflejan características estéticas mayas, según describió Villarruel en el evento de este miércoles.
Antes de su restauración, las piezas presentaban deterioros causados por agentes biológicos y antropogénicos, como abrasión, concreciones, despostillamientos, fisuras, suciedad y manchas, por lo que fueron sometidos a procesos de restauración como limpieza superficial en seco, pruebas de solubilidad y limpieza físico-química.
Y a decir de Valeria Cervantes, una de las restauradoras que participó en el proyecto de restauración de las piezas de la ceramoteca, hubo un platón que causó especial interés por la complejidad técnica de su intervención.
“Esta es una de las piezas que técnicamente fueron de las más interesantes para trabajar”, explicó la restauradora en una breve entrevista con LUMBRERAS. “(…) Durante los trabajos de intervención notamos que esta pieza ya había sido intervenida durante el rescate arqueológico. Tenía intervenciones hechas por arqueólogos que no estaban abordadas de la mejor manera”.
Por ello, añadió la especialista, la pieza debió ser sometida a trabajos de limpieza, consolidación, resanes y reintegración cromática. Luego, la integración de tepalcates que no correspondían a la pieza original tuvo que ser retirada y la pieza se reintegró nuevamente.
Sin embargo, el diseño de la decoración del platón ya no se encontraba íntegro y, para no añadir información visual que no estuviera en el original, las restauradoras solo desvanecieron las formas y colores.
“Al no tener la información suficiente para poder reproducir el diseño”, explicó al respecto Valeria Cervantes, quien trabajó tres meses en las diecisiete piezas de la ceramoteca, “es por eso que se desvanecen las formas, para dar una integración visual y que se pueda leer la pieza, pero sin agregar información que no correspondía originalmente”.
Además de las ya mencionadas, otras de las cincuenta piezas restauradas provenían de un lote que formó parte de la colección personal del ciudadano suizo Hans Mollet, misma que fue restituida al gobierno mexicano por su hijo, Daniel Mollet, cuando este falleció. Se trata de platos de filiación maya con decoraciones de animales en colores naranja, blanco y negro que posiblemente provienen de Tepexi El Viejo.
Financiamiento Puebla-Suiza
La restauración de las cincuenta piezas se logró gracias a que la Secretaría de Cultura de Puebla participó en la convocatoria “Subvención para la conservación del patrimonio cultural mueble” de la Embajada de Suiza en México. Como parte de este programa, ambas instancias se comprometieron a financiar en partes iguales el costo de los trabajos de restauración.
Pietro Pifaretti, embajador de Suiza en México, recordó durante el evento protocolario que este proyecto de restauración forma parte de un programa de la Oficina Federal de Cultura de su país, misma que seleccionó a México como país prioritario debido a su “profunda admiración” al “patrimonio histórico, cultural e identitario de México”.
El dignatario señaló que este programa se centra en la conservación del patrimonio amenazado por destrucción o tráfico.
Finalmente, el secretario de Cultura estatal, Enrique Glockner Corte, adelantó que las instancias participantes trabajan en la edición de un libro sobre este proyecto, el cual será publicado próximamente.