Decenas de miembros de la llamada comunidad Recek, entre talleristas, alumnos, usuarios y artistas de diversas disciplinas, se reunieron la tarde de este sábado 12 de febrero con una exigencia en común: que el gobierno municipal de Puebla inicie las labores necesarias para la remodelación y reapertura del teatro al aire abierto José Recek Saade.
Reunidos afuera de las instalaciones del teatro, ubicado en el barrio de El Alto, donde se realizaron clases abiertas de danza, números de performance, música en vivo y otras actividades, los integrantes de la comunidad Recek demostraron que la integración comunitaria que se logró alrededor del teatro durante los años que estuvo abierto no se ha disuelto, pese a los obstáculos que han debido sortear en los últimos años.
Es de recordar que en 2020, cuando inició la pandemia de covid-19, el teatro cerró sus puertas y, poco tiempo después, el personal que lo operaba y los talleristas que impartían ahí sus cursos de formación artística fueron despedidos.
Para conocer más sobre la historia del conflicto del teatro Recek, puedes leer esta nota: Tras dos años cerrado, llaman a rescatar de nuevo el Teatro Recek.
Ya con la presente administración, de hecho el primer día en que el ultraderechista Eduardo Rivera Pérez asumió la presidencia municipal, la comunidad Recek solicitó una reunión para enterarse de los planes que este gobierno tendría para el teatro.
En una primera reunión con el titular del Instituto Municipal de Arte y Cultura (IMACP), Fabián Valdivia Pérez, que se llevó a cabo el 3 de noviembre, este les informó que el gobierno municipal estaba trabajando “en regularizar los pendientes legales y documentos que hacían falta” para la reinstalación del teatro, y les prometió que los mantendría informados.
Como lo reconoció Valdivia Pérez en una entrevista previa, la situación legal del teatro no es sencilla: al estar ubicado en el cauce del antiguo río Xonaca, el predio donde se encuentra pertenece al nivel federal, específicamente a Conagua, y la documentación con la que se estableció el convenio entre esta dependencia federal y el municipio no especifica claramente si el IMACP tiene facultades para intervenirlo.
Esto resulta crucial, ya que en el terremoto de septiembre de 2017 el teatro Recek resultó con severos daños estructurales.
“Estamos conscientes de que el Recek es un lugar duro”, responde a esto Liliana Olguín, integrante de la comunidad que fungió durante años como coordinadora cultural del espacio. “No tiene las comodidades que tendrían otros espacios culturales, es muy rústico. Nosotros aprendimos a adaptarnos aquí, a sortear las incomodidades, las inundaciones, ya estábamos capacitadas para responder en caso de sismo, incendio o inundación. (…) Estamos conscientes de que arreglar esos problemas es un proyecto muy grande, pero pensamos que no es imposible. Necesita mucha voluntad de los gobiernos municipal, estatal y federal”.
Sin embargo, desde esa reunión, el personal del IMACP no ha respondido a las nuevas solicitudes de la comunidad, por lo que desconocen si hay actualizaciones sobre los problemas legales del espacio, lo que les hace pensar que este sitio podría ser objeto de los procesos de gentrificación que consumen al centro histórico y los barrios aledaños.
“En la incertidumbre podemos suponer muchas cosas”, dice Liliana: “que ya no hay planes de abrirlo, que no hay voluntad, o que hay planes diferentes, de que ya no sea un centro cultural y lo conviertan en otra cosa. Es difícil no hacer conjeturas cuando no se tiene información y no se tiene una comunicación directa. Creo que el ayuntamiento estaba enterado de esta acción, esperábamos ver a alguien de ellos por aquí, pero parece que ninguno de ellos se presentó”.
Mientras tanto, la comunidad que hacía uso del espacio, como se pudo comprobar en la concentración que llevaron a cabo este sábado, continúa extrañándolo. Alrededor de la zona, considerada de alta incidencia de algunos delitos y de diversas problemáticas, existen pocos espacios de reunión, menos aún culturales.
En su esfuerzo por mantener a la comunidad unida, algunos talleristas continúan ofreciendo sus clases en distintos espacios, como la cochera de una de las alumnas del taller de danza africana, según nos confió su instructora.
Por ello, los talleristas lamentan que, pese a que a que el IMACP ha lanzado algunas convocatorias para ofrecer una nueva oferta de talleres, ellos hayan sido de nuevo ignorados y no se les haya abierto la invitación para reintegrarse a los programas del instituto.
Testimonios de alumnos de los talleres coinciden en que las actividades del teatro los mantenían alejados de prácticas ilegales y les ofrecían un espacio seguro para desarrollar su personalidad.
“Es triste”, dice Liliana, “es una pérdida, es un espacio cultural desaprovechado, en el abandono, como se puede ver. Es triste que ya haya estado en el abandono una vez, que haya salido de él y que nuevamente esté así. Se nos hace una tragedia”.