‘El tarot de la taberna’ reúne lo espiritual con lo artístico

El tarot de la taberna es un proyecto artístico y esotérico, realizado por el poeta y escritor Julián Herbert y el artista plástico Miguel Canseco, que consiste en un mazo de tarot con ilustraciones realizadas por Canseco y un libro guía escrito por Herbert que permite al usuario adentrarse al estudio de esta herramienta de conocimiento espiritual. 

Desde el 24 de febrero, las ilustraciones de este mazo pueden apreciarse en una de las salas del Museo Taller Erasto Cortés (7 Oriente 4, Centro), como parte de la exposición del mismo nombre, acompañadas de fragmentos de poemas que Herbert escribió para este proyecto, así como fotografías que documentan su proceso creativo e intervenciones en la pared realizadas por Canseco con símbolos que aluden a los clásicos temas del tarot.

El tarot, recordaron ambos creadores en una charla inaugural de la exposición que poco a poco fue transformándose en una lectura pública, tuvo un origen literario: los Triunfos de Petrarca. Estos seis clásicos poemas del siglo XIV van narrando, uno a uno, el triunfo de un elemento de la vida sobre el anterior: el amor triunfa primero, pero la muerte, que llega después, lo vence. Y así sucesivamente, hasta el último poema, “El triunfo de la eternidad”, en el que lo divino se impone ante todo lo demás.

Se cree que los orígenes del tarot y de los Triunfos petrarquistas son paralelos, compartidos. Lo que es cierto es que este instrumento de intenciones adivinatorias ha alimentado, durante siglos, la creación de diversos artistas de varias disciplinas: desde los pintores surrealistas hasta las prácticas multidisciplinarias de Jodorowsky, pasando por la obra de escritores como Bretón y Calvino, hasta llegar al mazo de Canseco y Herbert.

Julián Herbert y Miguel Canseco. Foto: Josué Cantorán

El arte es la magia de hoy

Diversos son los estudiosos de la historia del arte que han sostenido la idea de que, en sus orígenes, el arte estuvo ligado a la hechicería, a la magia, a la noción de lo espiritual. La manera en que lo mágico y lo artístico operan con los símbolos entrecruzan estas dos vertientes de lo humano de múltiples formas. Para Miguel Canseco, según lo expuso en la conferencia inaugural de su exposición, el arte de hoy sigue siendo esencialmente mágico. Su poder es tal, dijo, tan fuertemente espiritual, que debe ser contenido, en ocasiones, en museos y galerías.

“Yo empecé en el arte y después me hice psicólogo”, explica el artista al respecto, después de la charla, en entrevista con LUMBRERAS, “porque me gustó cómo el tarot operaba con los símbolos emocionalmente. Se abría al posibilidad de que el arte fuera una medicina, y ahora definitivamente sigo el camino hermético de la magia ceremonial, porque sé que el arte es una medicina, es una creación, y que tu vida, feliz o infeliz, también es una creación”.

Lo mismo opina el poeta Julián Herbert, ganador del premio nacional de poesía joven Gilberto Owen, en 2003. Él incluso sostiene que la experiencia estética no puede ser concebida sin la experiencia espiritual.

“El arte es el nombre legal de la magia”, dice, en entrevista. “La experiencia estética necesita de la experiencia espiritual. No podemos tener experiencias estéticas desligadas de lo espiritual. Esa ha sido una discusión en mi obra desde hace muchos años, desde Canción de tumba está planteada, pero creo que se está volviendo más evidente”.

Imágenes de la exposición “El tarot de la taberna”, en el Mutec. Foto: Josué Cantorán

El escritor, quien confesó haber pasado una larga etapa de escepeticismo y luego una crisis emocional profunda que lo reencontró de nuevo con el descubrimiento de la fe, dice que la experiencia espiritual no está confrontada con la racionalidad, ni siquiera con la ciencia.

“No creo que lo espiritual esté reñido con la racionalidad o la irracionalidad”, dice. “Me parece que lo espiritual, con lo que está reñido, es con la soberbia. Puedes pensar que crees o no en Dios, y eso no es lo único de la espiritualidad. El problema de fondo para mí, en mi experiencia, es la soberbia intelectual o material, e incluso la soberbia emocional de creer que puedes resolver las cosas sin nada y sin nadie”. 

“La magia es una capacidad desde el lenguaje mismo de existencia de modificar o reorientar esa existencia en presencia de lo sagrado”, añade al respecto Miguel Canseco. “Y qué es lo sagrado: lo desconocido, Dios, le puedes decir así, es un ejercicio de alinearse con patrones que rebasan tu comprensión. Entonces, en suma, para mí decir ‘magia’ es darle toda la seriedad al arte. Por eso los alquimistas hablaban de sí mismos como magos y como el arte magna. Para mí, el tarot es un arte magna que no es para el museo, es para el alma, es un arte vivo”.

En una era de escepticismo

En los tiempos modernos, de escepticismo generalizado, de gran cinismo ante las cosas, para muchos lo espiritual resultaría una suerte de escape de la realidad; para otros, incluso, una charlatanería. Para los artistas Miguel Canseco y Julián Herbert, los proyectos artísticos que ligan la experiencia estética con lo espiritual, como su tarot de la taberna, son una vía para remoldear nuestra vida, para regresar a las preguntas primigenias.

“Creo que ayudan a ver la vida de una forma más creadora, no creativa”, dice Miguel Canseco, “a no sentirte víctima de las circunstancias, sino un creador de contextos en los cuales puedes vivir mejor y también donde recordamos que no sabemos. En esto no estoy oponiéndome a ningún científico serio: el conocimiento es vasto e inabarcable, hay un enorme misterio, y si yo digo ‘dios’, de alguna forma es una forma poética de decir que hay un misterio del que no conozco su naturaleza última. Entonces, es una vivencia del misterio desde la belleza, eso es lo que podemos aportar del arte ligado a lo esoterismo”.

Las preguntas primigenias del mundo, las del amor, la muerte, la divinidad, la identidad, la naturaleza, las que están presentes desde las tragedias griegas hasta Shakespeare y la actualidad, son siempre las mismas. Lo que el tarot permite, dice Herbert, quien utilizó un sinnúmero de fuentes culturales al escribir el libro guía de El tarot de la taberna, es dar respuestas actualizadas, en presente, a quien se acerque a preguntarlas.

Las ilustraciones del mazo pueden verse en la exposición. Foto: Josué Cantorán

“Cualquiera que se dedica al arte tiene esta experiencia de que las cosas de las que hablamos son muy pocas”, dice el escritor, “porque el repertorio humano es como de cinco o seis ingredientes, con muchos grados y muchas sutilezas, pero al fin y al cabo son como cinco o seis. Entonces, el rastreo de esas preguntas básicas tiene que ver con volverse real, porque todo esto viene de la experiencia cognitiva. Es decir, yo tengo una limitante retórica de algún modo porque mis procesos cerebrales, neurobiológicos, están determinados por una serie de impulsos y se relacionan con cómo experimento el mundo en primera persona. Tengo un sentido del tiempo que construye una forma de resentimiento, por ejemplo, y una forma de temor o una forma de nostalgia y una forma de esperanza. Ese desplazamiento tiene muchas manifestaciones en la cultura. Para mí, las preguntas básicas no cambian, sino solo la forma de estructurarlas. Responder a ellas sí puede ser de forma muy específica y sí debe suceder muy en presente”. 

Durante la presentación del proyecto en el auditorio del Mutec, los autores de El tarot de la taberna invitaron al público a hacerle preguntas al mazo. ¿Algún día podré entenderme a mí misma?, preguntó una joven mujer. Un hombre en la primera fila, también joven, cuestionó al mazo por qué debería seguir viviendo. Otros más se preguntaron por la situación actual del mundo, por su futuro económico, por su vida en pareja.

Cada pregunta, dijeron los autores del mazo, si bien pudo haber sido formulada por una persona en particular, tiene respuestas para todos los demás, porque, en el fondo, esas preguntas primigenias están dentro de cada uno, rondando sus cabezas.

“Toda esa conexión, de cómo construimos los bloques de sentimientos a partir de las sensaciones”, continúa Julián Herbert después, en entrevista, “constituyen unas ficciones de bloque. Lo que creo que esos rastreos pueden hacer es sacar pequeños hilos para no ver la experiencia humana en los bloques de significado, que son el amor o el resentimiento, o el orgullo, sino en esos hilos que se desprenden del bloque de emoción. A mí lo que me interesa, en todo caso, es el momento específico”.

El libro y el mazo que conforman este proyecto. Foto: Josué Cantorán

El tarot de la taberna tiene una cuenta de instagram, a donde puedes dirigirte si quieres obtener un mazo. La exposición en el Mutec estará abierta hasta el 29 de mayo.

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