El libro Arrullo de luciérnagas: nanas en lenguas originarias de Puebla (2022) recopila una veintena de cantos de arrullo y nanas tradicionales en siete lenguas indígenas o sus variantes regionales del estado de Puebla, algunos de las cuales, si bien se conocen al interior de las comunidades, aún no habían sido documentados.
El producto editorial, bellamente ilustrado por Amanda Mijangos y Armando Fonseca, cubre las lenguas lhima’alh’ama (tepehua), ñühü (otomí), tutunakú (totonaco), maseual tajtol (náhuatl), ngíva (popoloca), an ngui chikjuu (mazateco) y da’an davi (mixteco), y fue resultado de un trabajo de investigación y gestión de Alas y Raíces, un programa del gobierno federal dedicado al desarrollo cultural de niños, niñas y adolescentes en situaciones de vulnerabilidad.
Arrullo de luciérnagas, coeditado por las secretarías de Cultura federal y estatal, compila el trabajo de diecisiete recopiladores, traductores y hablantes de las lenguas antes mencionadas que realizaron un amplio trabajo de documentación para rastrear y hallar estos cantos tradicionales. Algunos de ellos son “Tatlin xlá skgata” (Canto para bebés), en lengua tutunakú, y “Kioutsi mits kalpanoko” (La lluvia te vino a visitar), en náhuatl.
Durante una presentación del volumen, Daniela Rivera Marín, coordinadora de Alas y Raíces en Puebla, dijo que este libro apuesta por el canto como primer acto de comunicación entre el bebé y sus padres o cuidadores. La gestora cultural adelantó que Alas y Raíces trabaja en dos productos editoriales más, que verán la luz en próximos meses.
Para la editora Abigail Rodríguez, responsable del cuidado editorial del libro, Arrullo de luciérnagas no es solo una recopilación de cantos, sino un trabajo de geografía e historiografía más amplio, un atlas incluso, pues se preocupa por decodificar la tradición oral y por mencionar a los pueblos originarios y sus lenguas desde sus autónimos, es decir, los vocablos con los que ellos mismos se reconocen.
“La propuesta que me parecía muy importante como editora”, explica Abigail Rodríguez en entrevista con LUMBRERAS, “era poner la autodeterminación de las lenguas. Sabemos que históricamente hay un nivel de racismo, me atrevería a decir, en las formas en las que se ha nombrado a las lenguas, denostándolas, sin escuchar cómo se llaman o nombran a sí mismos los pueblos”.
Por ello, en cada apartado del libro se menciona a la lengua originaria según los propios hablantes de la región estudiada la nombran, y además se realizó un trabajo de investigación que permitió que la edición del libro respetara la ortografía precisa que cada una de ellas utiliza, de manera que este sea legible entre los hablantes de las regiones cuando los encuentren en sus bibliotecas y salas de lectura.
“Se hizo una y otra vez la revisión de los textos letra por letra”, continúa la editora y también poeta, “incluso, en lenguas como el ngivá de San Felipe Otlaltepec, que es una lengua tonal, hay signos que en la lingüística occidental no existen. El nühü, de San Pablito Pahuatlán, fue un reto, porque ellos ponen un acento inferior que no existe en la tipografía. Se han ingeniado para subrayar la letra para determinar que es un tono grave. Todo eso se respetó, literalmente, letra por letra”.
La editora recordó que muchas de estas lenguas todavía no tienen sistemas ortográficos y gramáticas definidas, pues sus hablantes siguen reuniéndose para discutirlas y establecer reglas que faciliten su comunicación escrita. Esto es un reto en lenguas como el nühü, que tiene quince sonidos vocálicos y mantiene un sistema tonal, como el mandarín y el coreano, es decir que el significado de sus palabras puede variar según el tono —más agudo o más grave— con el que se enuncie determinada sílaba. Por lo anterior, dijo la editora, “es importante saber que estas gramáticas son de los pueblos”. En ocasiones, añadió, los libros en lenguas indígenas se editan en las variantes más dominantes de las mismas, lo cual los hace ininteligibles para hablantes de otras regiones.
“No quisimos tanto guiarnos por las gramáticas que ya están disponibles, impresas”, explicó Abigail, “sino por los sentires de las recopiladoras y sus comunidades, precisamente para que se puedan leer y escribir como inspiración. Muchas veces a estas comunidades llegan impresiones que no son de su variante, y entonces no se comprenden. Era importante hacerlo precisamente así porque además hay un trabajo de gestión. Vamos a llegar a estas comunidades con talleres y otras cosas que ya están en marcha, y queremos que el libro pueda leerse, interpretarse, y que puedan hacerlo suyo”.
Para redondear este trabajo, la editora agregó al libro un glosario que muestra en las siete lenguas abarcadas, además de español, inglés y francés, conceptos clave alrededor del acto de arrullar a un bebé, o bien palabras que se repetían en varios de los cantos compilados, como “bebé”, “dormir”, “mamá” y “papá”, “día” y “noche”, y “luna” y “sol”. Además, se incluye un mapa con iconografías que ayudan a entender los contextos de cada una de las siete lenguas abordadas.
Finalmente, el volumen contiene un código qr que lleva a un sitio web donde se pueden escuchar algunos de los cantos recopilados en el libro y algunos más que ya no lograron entrar en la edición impresa de Arrullo de luciérnagas.
Para Emilia Arroyo, una de las recopiladoras de los textos, el trabajo de investigación para Arrullo de luciérnagas implicó no solo conseguir cantos tradicionales, sino también otra clase de saberes y tradiciones sobre la relación entre los bebés y sus cuidadores, especialmente sus madres.
“La sorpresa”, contó a LUMBRERAS Emilia, quien trabajó en la Sierra Norte del estado en la búsqueda de nanas en lengua náhuatl, “fue que sí hay cantos no registrados, pero sí hablados, sí sentidos, por cada una de las mamás. Hay mucho trabajo todavía que realizar, porque esta es una primera recopilación, y no dudo que más mamás y nanas puedan tener algunos otros de los que se vayan acordando. Además, tuvimos un acercamiento con personas adultas, donde no solamente se quiso preguntar si sabían algún canto, sino también saberes locales, regionales, incluso hasta personales, que hay sobre la crianza de los bebés, y sí hubo mucha respuesta”.
La compiladora y traductora de la lengua náhuatl explicó que algunos de los saberes que logró encontrar en su trabajo de investigación incluyen, por ejemplo, el uso del “mamal” o rebozo antiguo y el huacal, instrumentos utilizados para arrullar a los bebés, esto porque el acto de ayudar a un bebé a dormir no solo contiene cantos y sonidos emitidos por el sistema fonador, sino mucho más.
“Muchas de las personas con las que se trabajó”, continuó Emilia, “comentaban que dormir a un bebé toma un tiempo, pero a veces también cuando la mamá cocina y el bebé llora, y esta lo carga con el rebozo y lo arrulla con las cosas que hace dentro del hogar, es ya una forma de hacer dormir al bebé, desde darle pecho al bebé, moverlo de forma que se duerma. Esta recopilación tiene mucho amor hacia los bebés, una comunicación para con ellos”.