‘Morir de almendra amarga’ va de la poesía a la música

Esta historia podría iniciar un día de 2020 en que las integrantes del coro Túumben Paax ofrecieron un taller de composición para ensambles de voces femeninas al que asistió el compositor Óscar Alcalá. Podría también iniciar mucho antes, la noche de 2015 en que la poeta Valeria Guzmán veía la película Las horas y una escena le detonó un verso heptasílabo que se convertiría en el título de su poemario. O bien, depende desde dónde se le mire, podría haber iniciado hace poco, el 10 de marzo de 2023, la noche en que las vocalistas de Túumben Pax, el compositor Óscar Alcalá y la poeta Valeria Guzmán se encontraron por primera vez en el Museo Urbano Interactivo del Tec de Monterrey campus Puebla y presentaron en sociedad su creación conjunta: el álbum Morir de almendra amarga: cantos para mujeres poetas suicidas (2023).

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Morir de almendra amarga es un álbum de música académica contemporánea compuesto en su totalidad por Óscar Alcalá. Diez de sus veinte temas están pensados ex professo para ser entonados por las voces de las seis cantantes que componen el coro femenino Túumben Pax, mientras que el resto está interpretado por la soprano Lucía Olmos y el guitarrista Alejandro Nava. Todos los textos del álbum fueron obtenidos del libro Ofidias: en otra piel serán las mismas marcas (2019), escrito por la poeta Valeria Guzmán y ganador del Premio Nacional de Poesía Tijuana en 2019.

Óscar Alcalá, Valeria Guzmán y Lucía Olmos. Foto: María José Jean Juárez

“Llegué a la obra de Valeria buscando obra poética contemporánea de mujeres latinoamericanas”, cuenta Óscar Alcalá en una comunicación telefónica con LUMBRERAS. “Esto fue en 2020, en medio de la pandemia de covid-19. Como se sabe, las actividades artísticas tuvieron que hacerse a distancia y los compositores tuvimos que buscar opciones diversas para hacer y escuchar nuestra música”.

En ese contexto, añade Óscar Alcalá, el sexteto Túumben Paax ofreció un taller de composición para coros cuyo ejercicio final consistía en la creación de una pieza musical que ellas mismas debían interpretar. El compositor pensó que un poema escrito por una mujer podría serle de utilidad.

“Lo que quería lograr”, explica el músico, “era una obra que, tomando como eje lo femenino, me permitiera explorar diferentes significaciones y, por lo tanto, diferentes intenciones musicales. Considero que mi música se construye a través de recursos híbridos, incorporando lo mismo técnicas de las vanguardias como aspectos más tradicionales y elementos de la cultura popular, tanto del folklore como de la música comercial. Para poder componer la obra que tenía en mente, era necesario un texto que tuviera características un tanto similares”.

Óscar Alcalá durante la presentación de ‘Morir de almendra amarga’. Foto: María José Jean Juárez

Aunque Valeria Guzmán había vivido en Puebla, la misma ciudad mexicana de donde Óscar es originario, entre 2006 y 2012, cuando cursaba sus estudios de licenciatura, ambos creadores no se conocían. Óscar halló fortuitamente un poema sin título al que ahora llama “Encontrar los desaciertos”, y le pareció idóneo para el ejercicio de composición que el taller le exigía. Un verso en particular llamaba su atención: aquel que dice “Puede haber dos mujeres / cuyas vidas se entrelazan por un hombre”. El compositor pensaba que podría pedir a las vocalistas que entonaran esa frase con distintos tonos, con intenciones diversas, hasta opuestas, una cantando y otra hablando, otra más con un acompañamiento cercano a una canción de cuna, y que ello lograría una intensidad inusitada.

“Esa sonoridad ‘inocente’”, ahonda el compositor al respecto, “se va transformando, incorporando al texto poco a poco al resto de las voces, cuando dice ‘cuyas vidas se entrelazan’, pasando entonces a una textura claramente polifónica; pero, cuando llegamos a la parte que dice ‘por un hombre’, la textura se interrumpe y cada integrante dice esa frase con una intención completamente distinta: una con ilusión, otra con aburrimiento, otra hartazgo”.

El texto de Valeria Guzmán permitía a Óscar Alcalá establecer paralelismos entre los planos musical y semiótico de la pieza, además de que le agregaba un componente escénico que usualmente se deja de lado en la composición de la música académica. El compositor decidió contactar a Valeria para solicitarle los derechos del texto y permitirle usarlo en su “miniatura”, como se le conoce en la música coral a las composiciones breves de estructura sencilla y repeticiones armónicas.

Lucía Olmos en el MUI. Foto: María José Jean Juárez

Pero, cuando las integrantes de Túumben Pax escucharon la propuesta de Óscar por primera vez, se aliaron en una breve resistencia: se opusieron inicialmente a cantar aquellas frases. El texto les resultaba demasiado intenso, provocador. Les asustaba la estrofa que dice “puede que en las charlas de café / muchas mujeres platiquemos a menudo / sobre cuánto nos gustaría matarnos”.

“Para nosotras”, confiesa la soprano Lucía Olmos, directora del coro Túumben Paax, en una comunicación independiente con LUMBRERAS, “la primera pieza fue muy complicada, porque no sabíamos el contexto, solo conocíamos la línea ‘puede haber dos mujeres / cuyas vidas se entrelazan por un hombre’. Para nosotras era un tono irónico, sarcástico, hablaba de cómo a las mujeres nos gustaría matarnos. De verdad, hubo un momento en que dijimos que no queríamos cantar eso. Fue duro, fuerte, confrontativo”.

Las cantantes no sabían aún que el poema de Valeria Guzmán entraña una profunda reflexión sobre los paralelismos entre las vidas y muertes de las poetas Sylvia Plath y Assia Wevill, la primera célebre y la segunda casi desconocida, pero ambas unidas por la relación amorosa que sostuvieron con el también poeta Ted Hughes y por las circunstancias paralelas en que se quitaron, cada una, su propia vida. Las artistas vocales de Túumben Paax desconocían también que ese poema formaba parte de una colección de textos encontrados en el libro Ofidias que rinden homenaje a cerca de una decena de mujeres poetas que cometieron suicidio.

“Fue muy difícil entender el contexto de los textos, de las piezas, de la música misma”, añade Lucía Olmos al teléfono. “Sonaba de una forma, diciendo cosas tan fuertes, porque además habla de diferentes formas en que estas mujeres decidieron terminar con su vida, pero lo que más me impactó fue toda la historia que hay detrás, porque además coincide que dos mujeres, por un mismo hombre, decidieron suicidarse de la misma manera, y que este hombre se encargó de editar todos los poemas de su esposa y de decidir qué se publicaba y qué no. Me parece tremendo”.

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Varios años atrás, Valeria Guzmán vivía en el quinto piso de un edificio de Tlalpan, en la Ciudad de México, donde estudiaba un posgrado en Lingüística Hispánica y desarrollaba su pasión por la lexicografía. La poeta de origen entre Nicaragua y Ecuador había publicado ya una plaquette de poemas que mezclaban imágenes astronómicas y religiosas con el erotismo.

Una noche, Valeria recibió de golpe una línea de siete sílabas mientras veía la escena de la película Las horas (2002), de Stephen Daldry, en la que una Nicole Kidman vestida de Virgina Woolf coloca piedras en el bolsillo de su abrigo y se sumerge en el río para quitarse la vida.

Valeria Guzmán volvió a Puebla para la presentación del álbum. Foto: Josué Cantorán

“Eran momentos de mi vida en que yo estaba muy deprimida”, relata Valeria Guzmán en entrevista con LUMBRERAS. “Estaba viviendo un momento muy complicado y yo pensaba muy a menudo en cómo me gustaría matarme a mí, si se diera el caso, y pensé que con almendras amargas, porque, claro, una es un ser poético”.

Valeria había escuchado que comer almendras amargas en gran cantidad puede resultar mortal. Según un artículo en el sitio web de la Universidad de Valencia, esto se debe a que en ellas “se encuentra una molécula llamada amigdalina y una enzima llamada emulsina”, que cuando se ponen en contacto provocan “la descomposición de la amigdalina en D-glucosa, benzaldehído y ácido cianhídrico”. La ingesta de este último compuesto químico es fatal. La idea de morir tras consumir almendras y la belleza sonora del heptasílabo “morir de almendra amarga” conmovió a Valeria de tal modo que inició un poemario dedicado a mujeres poetas —así como a algunas personajes literarias— que han decidido quitarse la vida. Ese mismo poemario le serviría para cerrar un proyecto literario iniciado varios años atrás y que culminaría eventualmente con la publicación del libro Ofidias: en otra piel serán las mismas marcas.

“sembré un almendro”, dice uno de estos poemas, “para colgarme / lo sembré / por su veneno / sembré su linde / de río amargo”.

Algunas integrantes de Túumben Paax. Foto: María José Jean Juárez

Alejandra Pizarnik, Marina Tsvetáyeva, Anne Sexton, Ingeborg Bachmann, la ecuatoriana Dina Bellrham y la argentina Alfonsina Storni son algunas de las poetas elegidas por Valeria. Antígona, Ofelia, Lady Macbeth y Ana Karenina fueron asimismo algunas de las personajes de los clásicos literarios cuyos suicidios le resultaron conmovedores.

“Para mí”, explica Valeria Guzmán, “el suicidio no pasa por un tema de moralidad, sino que es la decisión personal más radical que puede tomar un sujeto, la más radical, porque es la última y porque es una afirmación de algo. Digamos, yo jamás podría haber visto a estas mujeres como víctimas, para mí su decisión es de una tremenda valentía y de ejercicio de su libertad que firmaron con su vida”.

Una historia en particular había obsesionado a Valeria: la de Assia Wevill, una escritora poco conocida que entabló una relación con Ted Hughes luego del suicidio de Sylvia Plath y que, atormentada por los maltratos del poeta, se quitó la vida de modo casi idéntico que la primera: asfixiada por el gas de cocina luego de sellar las puertas de su habitación con cinta adhesiva. Valeria comentaba esta sórdida historia en charlas de café con su amiga Andrea Muriel, poeta y editora, y finalmente escribió un poema de dieciocho versos en los que descargó su sentir: “Puede haber dos mujeres / cuyas vidas se entrelazan por un hombre / Puede que en las charlas de café / muchas mujeres platiquemos a menudo / sobre cuánto nos gustaría matarnos / Pero otras veces llega una mañana en que el frío / es insoportable y el gas escapa sin retorno”.

La presentación en el Museo Urbano Interactivo: Foto: María José Jean Juárez

“Me puse a pensar en estas mujeres”, continúa Valeria en entrevista, “sin hacer un juicio de valor, porque realmente no pasa para mí por un juicio de valor, sino a través de otras cuestiones sensibles en torno a sus suicidios, porque en este momento yo también estaba en un punto de vida en el que habría querido tener el valor para matarme y no lo hice, lo que hice fue escribir un libro, porque finalmente la escritura también es eso: una sublimación”.

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Ofidias: en otra piel serán las mismas marcas (2019) es un libro que se compone de cinco poemarios relativamente independientes unidos por dos de los temas recurrentes en la obra de Valeria Guzmán: el lenguaje y el feminismo. Para escribirlo, la poeta recurrió a una figura mítica creada para su libro pero que guarda relación con otras figuras surgidas en mitologías diversas, desde la grecolatina hasta la judeocristiana: la ofidia, una serpiente con características de mujer, o viceversa, que posee la sabiduría femenina.

“Las serpientes son más bien un símbolo, una construcción”, explica Valeria Guzmán en entrevista. “La ofidia es una mujer mítica creada para escribir este libro, no solo son serpientes, son una especie de mujeres serpientes ancestrales que han estado relacionadas justamente con la sabiduría femenina, son un saber otro y, desde el lado de la tradición cristiana, católica o judeocristiana, como la quieras llamar, han sido mal vistas porque han encarnado el mal e inclusive han sido pisoteadas por la virgen María, que es una construcción medieval”.

En marzo de 2023, los involucrados en el proyecto de poesía y música se reunieron al fin. Foto: Josué Cantorán

En un proceso de escritura que se alargó por ocho años, la poeta exploró esta figura y dijo de ella que “es toda cuerpo: / pura piel y tacto”, que “emite designios / si enrosca en caos las palabras” y que, entre otras cosas, “sabe de simulacros: / se viste de pieles, se rinde, se somete”. Valeria revirtió la concepción tradicional de la mujer serpiente y le otorgó una voz poética. “Mujer y serpiente”, le dijo en otro de sus poemas, “no ocultes tu origen / que nada vale el mundo / si no resiste tal verdad”.

Valeria Guzmán dedicó varios años a la escritura de los poemarios “Ofidias”, “Piel verbal”, “El sabor de las cerezas” —basado en una idea de la película homónima de Abbas Kiarostami— y “El tremor de las golondrinas”. Sin embargo, le faltaba un último impulso para cerrar el ciclo de este libro, así que, luego de la visión de Virginia Woolf adentrándose en el río dentro de la pantalla de televisión de su departamento, Valeria decidió concursar por una partida de fondos públicos del gobierno de Ecuador, su país de origen, para terminar el proyecto.

En 2019, Valeria postuló su manuscrito para el Premio Nacional de Poesía Tijuana y resultó ganadora, con lo que logró la publicación del libro por medio del Instituto Municipal de Arte y Cultura de aquella demarcación fronteriza. Además, el libro fue candidato a los premios de la Real Academia Española 2020. Ofidias comenzó entonces una circulación limitada por medio de librerías selectas en México y Ecuador y más tarde por medio de una versión digital. El libro, hasta la fecha, ha logrado vender más de mil ejemplares en sus distintos formatos. 

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Túumben Pax interpreta ‘Encontrar los desaciertos’ en el MUI. Video: María José Jean Juárez

Superado el primer desencuentro entre las vocalistas de Túumben Pax y la pieza musical “Encontrar los desaciertos”, esta se estrenó en el cuadragésimo segundo Foro Internacional de Música Nueva “Manuel Enríquez”, que aquel año se transmitió en línea. En agradecimiento por utilizar uno de sus poemas, Valeria envió a Óscar Alcalá un ejemplar digital de Ofidias. Ella no supo esto en aquel momento, pero este obsequio inspiraría a Óscar a emprender un nuevo proyecto artístico: la creación de un álbum completo de veinte piezas musicales inspiradas todas en los textos del libro. La mitad sería interpretada por Túumben Pax, y la segunda por Lucía Olmos y el guitarrista Alejandro Nava.

“Esa primera pieza fue para mí una sorpresa muy grata”, cuenta Valeria, “y me gustó, me conmovió mucho el resultado, así que cuando Óscar me escribió para decirme, casi un año después, que prácticamente se había quedado en el tintero y que quería hacer un disco completo, yo le di fascinada el visto bueno, porque sabía, por la calidad de esa primera pieza, que iba a hacer un trabajo espectacular”.

“La composición de las obras”, narra Óscar Alcalá por su parte, “tomó alrededor de seis meses. Mi manera de trabajar, cuando hay un texto de por medio, es la de hacer un análisis de la prosodia en primer lugar, y posteriormente de sus aspectos semióticos. Las imágenes que se evocan son importantes en un tercer plano. Es decir, cuando la música tiene un texto, es este por fuerza el que debe regir las ideas musicales y, en principio, la pronunciación del texto es determinante”.

Una vez compuesta la música para las piezas del álbum y con la aprobación tanto de Valeria como de Lucía Olmos, Óscar Alcalá se inscribió al Programa de Estímulos a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA), que otorga el gobierno de Puebla, y con los fondos obtenidos logró cubrir la mayor parte de los gastos de producción y posproducción del disco. El Tecnológico de Monterrey campus Puebla, además, le permitió grabar, editar y mezclar el disco en su estudio de grabación.

“El hecho de que Óscar haya decidido hacer su primera producción con un concepto tan redondo”, dice la soprano Lucía Olmos al respecto, “que haya elegido poemas de la misma poeta y a intérpretes mujeres para grabarlo, muchas cosas en torno a la mujer, poemas que hablan de diferentes mujeres, o que hablan de la misma mujer siendo diferentes mujeres, se me hizo una idea muy buena, original. Personalmente, me entusiasmó mucho la idea de hacerlo con él, que es mi amigo desde hace muchos años”.

Óscar utilizó poemas tanto de la sección “Morir de almendra amarga”, dedicada a las poetas suicidas, como a “Ofidias” para musicalizarlos e integrar su primer álbum individual como compositor.

La portada del disco corrió a cargo de Rosa Borrás, una artista plástica avecindada en Puebla a quien Óscar eligió sin saber, de nueva cuenta, que sostenía una amistad con Valeria desde años atrás. Como Rosa ya había leído el libro de Valeria y conocía su trabajo poético, realizó una preselección de sus obras para que Óscar eligiera una como portada.

La portada del álbum contiene una acuarela de Rosa Borrás. Foto: Josué Cantorán

“La acuarela que elegimos finalmente para la portada”, cuenta Rosa Borrás a LUMBRERAS, “forma parte de una serie titulada Fight, compuesta por cinco piezas. La técnica es acuarela y tinta sobre papel de algodón, aplicada con pincel y plumilla. Es una pieza muy gestual. La realicé en un momento en el que estaba muy confusa y pasando por una pequeña crisis personal. Generalmente mi obra es autorreferencial y en ella abordo los problemas que me agobian, los temas que me preocupan, y esta serie no fue la excepción. Cuando finalmente escuché la música, me quedé sorprendida de lo increíblemente bien que concordaba la imagen”.

El 8 de marzo de 2023, Morir de almendra amarga ya estaba listo para el disfrute del público en todas las plataformas de streaming y solo dos días después se realizó una presentación presencial del álbum en el Museo Urbano Interactivo, en el centro histórico de Puebla. Ahí, las integrantes de Túumben Paax entonaron las diez piezas en las que participan en el disco, y luego Lucía Olmos en solitario, acompañada en la guitarra por Alejandro Nava, hizo lo propio con el resto de las piezas frente a un auditorio lleno.

En primera fila, Valeria Guzmán, que había viajado desde Ecuador para el concierto, escuchaba por primera vez en vivo la versión cantada de los versos que años antes dedicó a las poetas suicidas desde aquella noche en que la frase “Morir de almendra amarga” se adhería a su mente. Mientras las cantantes entonaban juegos de voces con versos como “sembré un almendro / para amarrarme / lo sembré / por prender fuego / sembré su sombra / a muerte”, Valeria cerraba al fin el ciclo de vida de Ofidias, al que dedicó más de diez años, para iniciar una nueva aventura poética.

*Por el momento, no se tienen programadas otras presentaciones en vivo del álbum Morir de almendra amarga, pero este puede escucharse en todas las plataformas de streaming y en Youtube.

Esta cobertura se realizó con el apoyo de la Academia Ecuatoriana de la Lengua.

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