A tres semanas del fallecimiento de Xavier Robles Molina, guionista, dramaturgo y director mexicano, el Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla (IMACP) y la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica (Canacine) realizaron un homenaje al autor nacido en tierras teziutecas, que alcanzó la fama por su libreto de Rojo amanecer (1989), que recrea la matanza del 2 de octubre de 1968 a través de la perspectiva de una familia residida en la unidad habitacional de Tlatelolco.
Durante el acto celebrado en el Teatro de la Ciudad, se proyectó el cortometraje documental A las nalgas de Juárez (2020), que contiene una extensa entrevista con el también realizador de Ayotzinapa: crónica de un crimen de estado (2014). En este breve audiovisual, dirigido por Arturo Tay, Robles Molina relata algunas de sus experiencias previas a incursionar en el celuloide, que incluyen la redacción de miles de cuartillas periodísticas.
El guionista también hace mofa de sus orígenes, porque, aunque nació en el estado de Puebla, a espaldas de un monumento a Benito Juárez, vivió más de cuatro décadas en la capital del país, razón por la que se definía como un “ciudadano mexicano por todos lados”.
Sin embargo, el escritor ocupa la mayor parte de la entrevista para hablar sobre su arribo al cine nacional, al que describe como una coincidencia afortunada, ya que en 1975 estaba realizando una investigación sobre las “poquianchis”, aquel grupo de hermanas que mantuvo una red de prostitución en Guanajuato, mientras el director Felipe Cazals buscaba grabar una película sobre ellas.
El escritor reconoce su alegría por haber entrado al cine nacional “con la pareja más exitosa del momento, los que estaban en el candelero”: el guionista Tomás Pérez Turrent y el ya mencionado Felipe Cazals. Después de ello, Robles centra sus testimonios sobre Rojo Amanecer, la obra por la que ganó el premio Ariel a mejor guion junto con su esposa y colaboradora de cabecera, Guadalupe Ortega.
Robles Molina reveló que esta película tuvo que conseguir el visto bueno del banco de guiones, una especie de órgano gubernamental que autorizaba, durante el régimen priista, los financiamientos de los metrajes. La cinta, dirigida por Jorge Fons, no fue distribuida internacionalmente, a pesar de haber ganado algunos reconocimientos en festivales como San Sebastián y San Francisco.
Hacia la parte final de la entrevista, el escritor poblano reconoce que después de Rojo amanecer vino una época difícil para su vida, ya que no recibía el apoyo de las instituciones oficiales, lo que calificó como una especie de censura en contra de su trabajo.
Derivado de ello, aceptó escribir guiones para proyectos de Los Tigres del Norte y los hermanos Almada, quienes protagonizaron películas mal acogidas por la crítica pero exitosas en la taquilla.
La sequía de buenas producciones para el célebre guionista continuó en el nuevo milenio, cuando Robles Molina aceptó trabajos para la empresa Videocine con la finalidad de sobrevivir económicamente. Así, se hizo cargo del guion de Serafín (2001), una obra de animación cuyo material de origen fue una telenovela infantil transmitida por el Canal de las Estrellas.
También realizó la escritura de la película Cañitas (2007), que aborda temas sobrenaturales con una deficiente realización. Ambos ejemplos fueron definidos por el poblano como los “pecados alimenticios” de su trayectoria.
El homenaje
Tras la exhibición del cortometraje A las nalgas de Juárez, los asistentes al homenaje fueron testigos de un conversatorio sobre la obra de Xavier Robles, en el destacaron las participaciones de los actores María Rojo y Alberto Estrella.
La actriz, que participó en Las poquianchis (1976), una de las cintas más conocidas escritas por Xavier Robles, subrayó que el cine mexicano de los años setenta y ochenta no podría entenderse sin la presencia del guionista homenajeado, a quien describió como un hombre fiel a sus posturas políticas hasta el último día de su vida.
Del mismo modo, sostuvo que la pluma del escritor nacido en Teziutlán era un espejo de los mexicanos y un referente del cine de denuncia. Lamentó, por ello, que Robles Molina no goce del reconocimiento que merece, aunque precisó que él nunca tuvo esto como prioridad.
“Ahorita mismo”, apuntó la actriz mexicana, “Puebla debería estarle haciendo un gran homenaje, así como digo ‘dónde está el gran homenaje a Jaime Humberto Hermosillo allá en Guadalajara’, y el gran homenaje a Felipe Cazals”.
María Rojo también alabó la labor de la guionista Guadalupe Ortega, esposa de Robles Molina, remarcando que su estilo fue fundamental para las creaciones del poblano y, por otro lado, criticó el tipo de películas mexicanas que se producen en la actualidad, la mayoría de ellas comedias que, en su opinión, no son satisfactorias. Pese a lo anterior, pidió que los espectadores mexicanos apoyen el cine nacional.
“Creo que tenemos cine mexicano para rato”, dijo. “Si ustedes lo siguen apoyando, el público, si hacen la cultura de ver buen cine”.
La actriz también consideró que la ley de cinematografía debe ser revisada cada cuatro años, con motivo de los avances frenéticos de la tecnología. Recordó que ella impulsó una iniciativa de protección al cine nacional antes del apogeo de las plataformas de streaming, durante su paso por la política.
Finalmente, en su intervención, el actor Alberto Estrella señaló que Robles Molina creaba personajes con grandes conflictos interiores, lo cual era un tesoro para los actores y actrices que colaboraron con él.
El también director de Círculo Teatral, quien protagonizó Cementerio de papel (2007), uno de los últimos trabajos de Robles, basado en la novela del también poblano Fritz Glockner, sostuvo que la sucesora natural del cine crítico realizado por el poblano es su esposa, Guadalupe Ortega.
Aunque mencionó que algunos estudiantes de la capital del país conservan la tradición de percibir el guion como una pieza clave de las producciones fílmicas, otros tantos se decantan por la fama o el éxito inmediato, lo que los hace descuidar la calidad de la historia.