Retratan el interior de la cultura biker

La serie fotográfica “Y también soy biker”, de Jordi Montiel Ramos, que se compone de cuatro retratos del empresario y motociclista Arturo Reyes, fue acreedora del primer lugar en el primer concurso de fotografía “Cultura biker: la motocicleta, rodar y la sociabilidad”, organizada por la asociación civil Etnograf: Gestión y Cultura.

Las fotografías, como su título lo indica, buscan reivindicar el lugar de los miembros de la contracultura llamada “biker” —la que se origina en torno a la utilización y customización de motocicletas— en la sociedad, pues muchas veces se les mira con estigma y prejuicios.

“Mucha gente a veces piensa que los bikers son gente muy ruda, muy aparte de la sociedad”, cuenta el fotógrafo Jordi Montiel Ramos en entrevista con LUMBRERAS, “que anda en motos y listo. Arturo me contó que, antes de volverse completamente biker, tenía un trabajo que le exigía ir de traje, bien peinado, bañado y rasurado todos los días, pero a raíz de ser biker él cambió su personalidad y, después de su primer viaje a Alaska, en moto, regresó y, sin rasurarse, así se presentó: este soy yo y esto es lo que me gusta hacer”.

Animado por la posible publicación de un fotolibro de Etnograf como parte de los premios del concurso, Jordi Montiel decidió participar en el primer certamen de fotografía biker sin conocer prácticamente nada sobre esta cultura, de modo que se puso en contacto con Arturo Reyes, propietario de Total Biker, un comercio especializado en customización, reparación y venta de motocicletas en Puebla.

“Él me lo contaba así”, continúa el fotógrafo sobre su retratado: “no importa que sea un gran artista, un ingeniero, un arquitecto o licenciado, el ser biker se lleva dentro, porque eso es parte del sentimiento hacia la moto, hacia el rodar”.

Jordi, quien se ha especializado en fotografía documental y retratos, tomó su cámara y produjo cuatro fotografías de Arturo Reyes al interior de su negocio que permiten imaginar cómo es su día a día. Se le muestra entre las motocicletas que necesitan reparación, con sus herramientas de trabajo de fondo, o bien montado en la Harley anaranjada que es su favorita.

En una más de las fotografías, el retratado aparece sentado, con las manos sobre su escritorio, sonriendo. Solo el anillo que porta en la mano izquierda se nota enfocado.

“La última fotografía es importante”, explica Jordi al respecto, “porque Arturo siempre carga ese anillo, no se lo quita nunca. Se lo retiró un poco para mostrarme la línea blanca que tiene en la piel porque no le pega ni el sol. El anillo tiene grabado el año en el que se lo dieron después de unirse a los Legionarios, en 2001”.

En la charla que mantuvieron durante la sesión fotográfica, Arturo contó a Jordi su trayectoria al interior de la cultura biker, incluidos sus viajes en motocicleta por Alaska y Milwaukee —ciudad considerada la cuna de esta contracultura—, su llegada hace unos veintiocho años a la hermandad de los “Legionarios”, uno de los colectivos bikers más grandes y longevos de México, así como su decisión por dedicarse de lleno a esta cultura a través de su tienda Total Biker.

De hecho, a partir de la realización de esta serie, Jordi prepara nuevas colaboraciones con Total Biker —que además de tienda es un bar, estudio de tatuajes y punto de encuentro para rodadas de quienes participan de esta cultura— para medios audiovisuales.

El pasado 25 de junio el Complejo Cultural Universitario fue sede de una exposición fotográfica que incluyó 25 piezas que participaron del certamen fotográfico “Cultura biker: la motocicleta, rodar y la sociabilidad”, en el que participaron más de 160 imágenes.

Jordi Montiel con una de sus fotografías ganadoras en el CCU. Foto: Cortesía CCU

Según recupera el CCU en un boletín informativo, el antropólogo Ernesto Licona Valencia, investigador de la BUAP y miembro de Etnograf, explicó ahí que la cultura biker tiene un amplio campo semántico integrado por la customización, la organización social de los motoclubes, ya sean independientes, nómadas, organizaciones y gregarismos, a los que “les encanta el ritual colectivo, la fiesta por la rodada, que con su sonoridad y lenguaje propio hace ruta, camino, viaje, cuyo protagonista es un ser maravilloso que se auto nombra biker”.

Aunque la exposición ya no está disponible, puedes ver las fotografías de Jordi Montiel Ramos en sus redes sociales.

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