Las obras de teatro Mis bobul gomers, La manera correcta de abrir un frutsi y La última reta de tazos no solo tienen en común que fueron escritas por el mismo dramaturgo y son protagonizadas por el mismo actor; además, forman parte de una trilogía teatral en la que cada montaje hace referencias intertextuales a los otros y cuyo objetivo central es cuestionar las violencias ejercidas por los hombres.
Para Abraham Salomón, dramaturgo director y protagonista de las tres obras, que se han presentado en breves temporadas a lo largo de este año en Puro Drama (2 Poniente 2908, Amor), estas le han permitido curarse de la educación tóxica que los varones reciben normalmente en sus núcleos familiares.
“Con esta trilogía trato de sanarme, trato de cambiar, trato de reestructurarme como varón, como hombre”, explica el artista escénico en entrevista con LUMBRERAS. “Es como pedirme perdón a mí y ofrecer o pedir perdón a las personas que lastimé, por algo que aprendí y que sé que ahora está mal. Esta obra, cada que termina, es como… muy liberador”.
Puedes ver más de la entrevista de Abraham Salomón y Fernanda López con LUMBRERAS en el siguiente video:
Enfocado en La manera correcta de abrir un frutsi —porque es el montaje que se exhibió recientemente en Puro Drama—, el dramaturgo explicó que la historia provino de una situación que vivió durante la contingencia sanitaria ocasionada por el covid-19, concretamente en la época de aislamiento.
La obra se centra en un hombre de 37 años que hace un viaje extraordinario al interior de su propio cuerpo, donde habitan todos sus órganos y sus recuerdos. El viaje derrumba al hombre cuando este se percata de que está construido de imitaciones de otros varones, quienes a su vez imitaron a otros sin cuestionar su comportamiento.
“El proceso creativo justamente se da en pandemia, cuando no me quedaba otra cosa más que estar con mi psicóloga cada quince días”, narra Abraham Salomón en entrevista. “Entonces, a partir de que estaba con mi psicóloga, comencé a crear la historia. Es una historia bastante confrontativa para mí, es justamente cómo aprendí a ser hombre a través de mis referentes masculinos: mis papás, mis amigos, conocidos, incluso conocidas”.
En La manera correcta de abrir un frutsi también participa la actriz Fernanda López, que alterna funciones con Jimena Amor. Ambas se encargan de dar vida a la versión infantil del protagonista y a otros personajes que van apareciendo en la trama, entre ellos la terapeuta a la que el autor hace referencia.
Fernanda reconoce que, en un inicio, no comprendía la historia de la obra, porque esta echa mano de la metaficción, de una narrativa que se caracteriza por ser autorreferencial, autoficcional, por lo que tuvo que pedir explicaciones al autor.
“Creo que sí le tuve que preguntar directamente: explícame un poco porque no sé bien de qué va”, confía la actriz, que ha hecho mancuerna con Abraham en su trilogía: “la idea de este hombrecillo que habita en este hombrecillo y hace una exploración a partir de su cuerpo, pero que está desentrañando todo lo que pasa en su vida cotidiana, que está procesando toda esta información. Al final, siento que es un proceso de autodescubrimiento”.
Ambos actores coinciden en que la preparación de sus respectivos personajes les llevó entre siete y ocho meses, porque el texto fue reescribiéndose sobre la marcha durante el proceso de los ensayos. Y aunque la puesta tiene una interpretación central, también aborda otro tipo de tópicos, como las relaciones imperfectas que van tejiéndose con las figuras paternas.
“Personalmente, incluso cuando estábamos hablando del discurso”, dice Fernanda López, “yo le decía a Chucho (el otro nombre con que se conoce al dramaturgo y protagonista) que yo siento que en esta obra sí me voy a quebrar mucho, porque sí he vivido una situación personal cuestionando la relación que yo tengo con mi padre. Esta obra también expone eso”.
La manera correcta de abrir un frutsi es la secuela directa de Mis bobul gomers, obra que consolidó la carrera de Abraham Salomón como dramaturgo y director teatral, pues con ella ganó la Muestra Estatal de Teatro en Puebla y luego fue seleccionada en la convocatoria del Circuito Nacional de Artes Escénicas en Espacios Independientes, convocada por la Secretaría de Cultura federal.
El bobulverso
Quienes han tenido la oportunidad de presenciar los tres montajes escritos por Abraham Salomón saben que en ellos se presenta el mismo personaje, solo que en diferentes etapas de su vida.
En Mis bobul gomers, la obra de la que parte toda la trilogía, se nos presenta a Adán, el personaje estelar, mientras relata la experiencia de su primer amor. Aún niño, Adán conoce a Alma, una chica de su edad, en sus constantes viajes a Achotal, Chiapas, donde vivía su familia en los años noventa. Aunque los pequeños se confiesan su amor y sostienen por un tiempo una relación a distancia por medio de cartas, el tiempo y la adultez parecen separarlos y su relación eventualmente es interrumpida ante un presente sórdido.
Después, en La última reta de tazos, el escritor y actor rinde un homenaje a los amigos de su adolescencia, con los que convivió por varios años. En este montaje, Adán recuerda cómo sus amigos van comunicándole la forma en la que un varón supuestamente debe conducirse dentro de la sociedad.
En las tres obras, se juega con un tono que va del drama a la comedia, lo que mantiene la atención de los espectadores. Y aunque cada una tiene una personalidad distinta, las tres puestas están unidas por un sentimiento de camaradería, la inmadurez propia de la juventud y el interés de su autor por construir la masculinidad desde paradigmas distintos.
Al tener ese vínculo, los tres textos —y por tanto sus puestas en escena— contienen referencias y guiños inevitables entre cada una. Esto se debe a la cinefilia del propio Abraham Salomón y su gusto por las sagas y series cinematográficas que contienen referencias y alusiones entre ellas. De hecho, el autor confiesa que su pasión por el séptimo arte ha influido considerablemente en la forma en que escribe sus historias.
“A mí me gusta mucho el cine, creo que lo he dicho algunas veces y ahorita lo voy a decir otra vez: a veces me gusta más ir al cine que al teatro”, confiesa el artista teatral. “O sea, no es que no me guste ir al teatro, amo ir al teatro, pero desde chico mi papá me llevaba mucho al cine, los viernes eran de ir al cine. Entonces, el cine me marcó muchísimo, obviamente no había internet, videos, no había WhatsApp. Mi primer descubrimiento ficcional fue el cine”.
A pesar de lo anterior, no es necesario ver las obras en un orden particular, pues cada una ofrece por sí sola un mensaje contundente y poderoso. Eso sí: Mis bobul gomers posee la narrativa más sólida de la trilogía y se distingue de las otras porque la premisa ocurre fuera de la ciudad y construye un impactante discurso contra la violencia en general y la de género en particular.
Las obras del ‘bobulverso’ son producidas por Ana Paula Martínez y cuentan con una musicalización en vivo, en cada función, del cantautor independiente Aldo Obregón.