José Villalobos plasma en sus cuadros su largo estudio sobre la luz

En la exposición “La luz y la ciudad”, que puede visitarse hasta marzo de este año en la Casa de las Culturas Contemporáneas (2 Norte 1006, Centro) con entrada gratuita, el pintor José Villalobos muestra una serie de piezas de pintura abstracta en las que ha plasmado los resultados de una larga investigación sobre la luz, la sombra, la trasparencia y el color.

En entrevista telefónica con LUMBRERAS, el artista plástico originario de Oaxaca detalló el interés que el fenómeno de la luz y las transparencias le ha generado en los últimos treinta años, mismos que ha dedicado no solo a comprender sus bases científicas, sino además a plasmarlo en sus cuadros.

“Esto, por supuesto”, explica José Villalobos en entrevista, “no es nuevo: hay muchísimos estudios científicos al respecto. La cuestión que me interesa mucho parte de lo que se conoce como ‘la luz como energía’ y su refracción en la superficie. Esa refracción llega al ojo humano como un color determinado a partir de qué tanto refleja la superficie esa energía y es tomado por el ojo humano como un color”.

En el mismo sentido, al artista plástico nacido en Ixtepec en 1950 le ha resultado de interés el fenómeno de la sombra y las variaciones que ocurren en los colores de los objetos cuando una sombra cae sobre ellos. Los cuadros de la exposición “La luz y la ciudad” buscan reproducir estos efectos ópticos.

José Villalobos ha estudiado por treinta años el fenómeno de la luz. Foto: Josué Cantorán

“El otro asunto”, añade el artista, “es cómo esta misma ausencia de luz genera, por supuesto, la sombra o la oscuridad en gradientes tonales también riquísimos, que va desde una pequeña oscuridad leve a un oscuro profundo que hace que el color pierda la brillantez. El otro fenómeno que me interesa mucho es el tema de cómo los cuerpos mantienen un grado de transparencia y opacidad en relación a la luz. Esto genera por supuesto también diferentes grados de producir sombra de este cuerpo sobre otro elemento. Esto es muy interesante porque, a pesar de que conocemos las sombras y las podemos identificar fácilmente, realmente en la naturaleza es un fenómeno muy rico, muy extraordinario: al perderse justamente la luminosidad solar, empieza a oscurecerse, y entramos en un proceso de transición, casi equilibrio, entre media luz y media sombra”.

José Villalobos, además, ha buscado explorar y plasmar en su obra artística los efectos que estos fenómenos lumínicos ocasionan en la naturaleza, desde el mundo vegetal hasta la psicología humana. Sin embargo, para añadir un elemento temático más a la exposición, el artista encontró inspiración en la ciudad como el gran espacio donde ocurre lo humano.

“El otro elemento con el cual ligué este asunto de la exposición”, dice, “es la ciudad. He visto la ciudad como el gran escenario donde ocurre la vida cada vez más. El ser humano se está transformando de rural (a urbano): hay más gente que vive en la ciudad, y entonces esta, históricamente, es el gran escenario de la vida humana, y en ese gran escenario justamente es posible detectar el comportamiento del ser humano a partir de diferentes lecturas”.

El trabajo del artista ha sufrido una transición hacia lo abstracto. Foto: Josué Cantorán

El artista recuerda que, a lo largo de su trayectoria de medio siglo, los estudios sobre el color y la luz fueron haciendo que su obra experimentara una transición paulatina de la pintura figurativa hacia composiciones cada vez más abstractas, geométricas, en las que no siempre es posible detectar objetos reconocibles. Eso, advierte, podría provocar que el espectador que visite su exposición no encuentre a primera vista la inspiración urbana en los cuadros.

Sin embargo, a José Villalobos le interesa enfocar los aspectos de las ciudades que dan cuenta de los vestigios de lo humano, como el grafiti, “la serie de elementos que el paso del ser humano dejó sobre los muros, sobre los interiores, sobre las plantas, sobre los patios, etcétera, donde la presencia física del ser humano no está, pero hay vestigios de su paso”.

“Para mí”, ahonda al respecto, “eso es interesante, porque mi pintura es abstracta (…) Todos estos vestigios los incorporo en la pintura, y alguien podría decir ‘bueno, no vemos este asunto de la ciudad’, porque no se ve la calle físicamente, ni se ve ninguna persona allí, pero es posible identificar estados de ánimo, la serie de sentimientos de las personas que habitaron o pasaron por esos espacios”.

Transición a lo abstracto

En sus cincuenta años de trayectoria como pintor, José Villalobos reconoce una gama de influencias y ubica una transición de la representación figurativa hacia lo abstracto.

En su plástica, Villalobos plasma fenómenos lumínicos como la sombra. Foto: Josué Cantorán

“Con el paso de los años fue cambiando”, recuerda el artista al teléfono, “y mi interés se fue modificando un poco. Una cosa curiosa fue ver cómo la figura empezó a ausentarse: en la pintura sí aparecía menos figura humana, menos figuras reconocibles, aparecían algunos elementos de la naturaleza, y después, desde el punto de vista del dibujo, se borró todo eso. Quedaron unos campos de textura, con algunos elementos físicamente reconocibles, como pedazos de corteza de árbol, ramas, cosas que yo iba incorporando, y posteriormente también eso se fue modificando y se fueron eliminando estos elementos naturales”.

Esta transición, recuerda el artista plástico, se dio de manera simultánea al creciente interés que suscitaban en él los fenómenos de la luz y la sombra. Durante algún tiempo, ahonda, pintó rocas en las que plasmaba los fenómenos que estudiaba.

“Tuve un periodo muy largo de pintar imágenes que simulaban piedras”, recuerda, “con una geometría determinada, ya sea que fueran como rocas muy definidas en su geometría, o como piedras, como cantos dibujados en la tela, y atrás proponía escenarios de luces donde simulaban una especie de explosión, como algo que no podía ser que subiera o que estuviera cayendo. Eso me fue llevando a una exploración todavía más allá, y las rocas o piedras se fueron transformando y empezaron a ser unos escurridos, chorros de pintura, que iban de la parte de arriba de la tela y fluían hacia abajo”.

El pintor también se inspira en la ciudad como espacio de lo humano. Foto: Josué Cantorán

El estudio de la luz, del color y de la geometría —que inició en su formación como arquitecto— fue llevando al artista a exploraciones plásticas cada vez más abstractas, como las que pueden apreciarse en la exposición “La luz y la ciudad”.

“Es un proceso largo”, concluye el pintor, “que me ha llevado a lo que estoy trabajando en este momento”.

La exposición ‘La luz y la ciudad’ de José Villalobos puede visitarse hasta marzo de este año en la Casa de las Culturas Contemporáneas (2 Norte 1006, Centro) de la BUAP con entrada gratuita.

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