José Quintero, el ilustrador quizá mejor conocido por su personaje Buba, cuyas tiras se publicaron por largos años en la mítica revista La mosca, ha llegado a construir un nuevo concepto en el que inscribe su creación artística más reciente y bajo la que ha comenzado a formar a otros creadores a través de seminarios formativos: la ilustropoesía.
Todo inició, contó Quintero en una presentación que se llevó a cabo el sábado pasado en la cafetería y centro cultural MUSA (2 Oriente #809, Centro), como un chiste local: uno de sus amigos ilustradores, que tenía pocas habilidades para lo figurativo y por ende realizaba imágenes “con pretensiones pictóricas y con texturas”, se defendía diciendo que su trabajo se definía como “ilustropintura”.
Tiempo después, Quintero publicó un libro de poesía ilustrada que algunos lectores no recibieron de la mejor manera porque, le dijeron a manera de reclamo, esperaban una historieta, una novela gráfica. El artista reflexionó alrededor de este episodio: era verdad, pensó, que en el mercado editorial la ilustración siempre está subordinada al texto, por lo que entonces su viejo chiste se convirtió en algo más serio y así comenzó a desarrollar el concepto de “ilustropoesía”.
La ilustropoesía, como su nombre lo sugiere, es un producto artístico que combina lo gráfico con la poesía pero que debe cumplir con algunas condiciones. La primera de ellas es que el autor del texto poético debe ser también el de las imágenes, debido a que el proceso de creación de ambos elementos debe ser simultáneo y complementario. De este modo, un verso puede inspirar la creación de una imagen, y viceversa, la imagen puede ir despertando la creación del texto.
Contrario a la ilustración de los libros, en la ilustropoesía el dibujo no debe supeditarse al texto: ambos elementos deben construirse a la par y ninguno puede funcionar de manera independiente, pues el sentido general debe aprehenderse de su interacción.
Como lo expuso el ahora ilustropoeta Conrado Parraguirre en la presentación, se trata de una forma del arte “antineoliberal”, puesto que no hay competencia entre sus elementos, sino pura complementación. Puedes ver el video completo de esta presentación aquí.
El fanzine
En los primeros meses de 2021, cuando la segunda ola de contagios de covid-19, la más dura de la epidemia en México, apenas comenzaba a dar tregua, el café y centro cultural MUSA obtuvo la beca para la reactivación de espacios culturales independientes, otorgada por la Secretaría de Cultura federal a través del Centro Nacional de las Artes. Con este recurso, MUSA organizó varios talleres virtuales de ilustropoesía, impartidos por el propio José Quintero, en los que artistas más bien formados en lo gráfico o la ilustración desarrollaron proyectos de esta nueva categoría.
Como resultado de estos talleres, MUSA y José Quintero editaron el fanzine Un trueno desafinado, que recoge algunos de los trabajos de los seis talleristas: Alex Garay, Ramona Hernández, Carlos Pantoja, Conrado Parraguirre, Mariam Roa y Mario Alberto Romero.
Un trueno desafinado contiene diecisiete ilustropoemas desarrollados en estos talleres, en los cuales los autores abrieron su proceso creativo, usualmente enfocado en la imagen, hacia la palabra.
“Siempre he tenido, desde pequeño, afición a la imagen”, contó el artista Carlos Pantoja en la presentación. “Por el contrario, siempre tuve un enemigo, que era la ortografía, y las maestras de español. Yo creo que al complementar lo que puedo expresar tanto en lenguaje escrito como en imagen, digamos que se abre un nuevo tipo de pensamiento. A veces cuesta un poco, pero ir generándolo ayuda bastante a aterrizar lo que ya tenías en imagen, y complementarlo con lo que piensas en la escritura”.
Los ilustropoetas que se dieron cita a la presentación coincidieron en que trabajar con materia tanto lingüística como gráfica les permitió abrir nuevos caminos para desarrollar su trabajo desde nuevas perspectivas y plasmar sus ideas bajo paradigmas distintos. Destacaron, por ejemplo, que la metáfora es un proceso que comparten tanto la creación gráfica como la poética.
Pero José Quintero fue un poco más allá. Para él, la especialización en una sola forma de creación artística puede ser un límite impuesto por factores externos y culturales que pocas veces son cuestionados.
“Somos seres multidimensionales”, dijo. “Uno de los problemas del pensamiento occidental, de la modernidad, de la academia, de las escuelas, es que enseñan a que eres una cosa. Hablan incluso del tronco común, donde estamos todos aprendiendo un poco de algo, y luego llega el punto donde te tienes que especializar en algo”.
De Buba a la ilustropoesía
Desde hace veinte años, en sus tiras cómicas de Buba, José Quintero escribía poemas perfectamente trabajados en aspectos como la métrica y la rima que acompañaban a su entrañable personaje en sus aventuras tragicómicas. Para este artista, en el fondo, conjuntar lo poético con la imagen no es algo nuevo, sino parte de un proceso que ha seguido y se ha complejizado a lo largo de los años.
“Cultivé el lenguaje poético desde hace mucho tiempo, desde la niñez, la preadolescencia”, cuenta el artista en entrevista con LUMBRERAS al finalizar la presentación del fanzine. “Lo que he hecho con estos textos poéticos, versos, que a veces no creo que sean dignos de ser llamados poesía en forma, es que siempre les pongo dibujo. Por eso con la Buba los trabajaba, les agregaba imágenes, un personaje, y trataba de hacer una narrativa con base en el poema”.
Quintero cuenta que, en un principio, se acercó a la poesía no desde la lectura sino desde la canción de autor, cuyos representantes, como el español Joan Manuel Serrat, en ocasiones musicalizaban textos de grandes poetas, como Machado y Hernández. Pero, aunque su interés en lo poético fue aumentando con el paso de los años, el artista sentía aún que su trabajo no era lo suficientemente redondo para ser publicado así, solo. Por ello, desde sus inicios buscó complementar ambos lenguajes entre sí, y ese proceso eventualmente derivó en la conceptualización de la ilustropoesía.
“En el dibujo”, continúa en entrevista, “me considero ahí sí solvente, una persona ya con oficio. Siempre he dibujado bien, desde que era niño. Ahí me sentía con confianza de poder hacer cosas decentes y poder compartir con la gente cosas bien hechas a través del lenguaje del dibujo”.
La ilustropoesía en el mercado editorial
En el mercado editorial los productos que combinan lo gráfico con lo textual no son poco comunes. Los libros álbum infantiles, las novelas gráficas dirigidas a públicos de todas las edades, un género que por cierto goza cada vez de mayor prestigio, y las historietas de superhéroes, vendidas por millones, son prueba de ello.
Sin embargo, la ilustropoesía, un concepto que nace desde un punto de partida quizá más experimental, tiene un lugar complicado en el mercado de lo impreso, considera Quintero.
“Para empezar, estamos en mal momento”, asegura el autor. “El mercado editorial está colapsado. El mundo de los impresos está de capa caída, es un desastre, y hay una transición al mundo digital. Ahí empiezan a cambiar todas las condiciones, no son las mismas. No es asunto solo de llevar un entorno, un lenguaje, una lógica, a la editorial impresa, cambia muchísimo, es complicado”.
Algo que ha cambiado considerablemente con la entrada de lo digital, dice el ilustrador, son los lenguajes y los formatos. El meme ha establecido un monopolio de la construcción de la imagen. Aquello que es de consumo y descodificación inmediata parece ser lo único digno en estos días: un solo cuadro donde todo el sentido está capturado. Productos más complejos y extensos tienen poca cabida en esta lógica.
“Es un entorno que trata de ser mas dinámico, más ligero”, sigue el artista e ilustrador, “busca más la inmediatez, la aprobación instantánea, y eso complica. La poesía de por sí es un lenguaje que ha batallado toda la visa, pero ahora, con las redes sociales, yo creo que se enfrenta a eso, a que todo lo que intenta ser profundo, lo que genera compromiso, desgaste o involucramiento emocional o intelectual serio, espanta a la gente”.
Por ello, por ahora hay que tomar las armas de la autogestión, como la autopublicación fanzinera. Un trueno desafinado está disponible para su venta en MUSA y una versión digital se podrá descargar próximamente de manera gratuita.