La tranquilidad cotidiana de un pequeño pueblo, donde nunca pasa nada y cuyos habitantes solo se preocupan por lavar su ropa sucia, queda trastocado de la noche a la mañana cuando llega “la niña extranjera”, una pequeña originaria de un pueblo quizá cercano, que habla una lengua similar pero a la vez extraña y que huye de la guerra que ha llegado a su territorio en busca de refugio.
Esa es la historia de la obra de teatro infantil Niñas de la guerra, escrita por la dramaturga Berta Hiriart, que en Puebla cumplió el pasado fin de semana catorce años de vida como parte del repertorio de las compañías independientes TETIEM y Colectivo ADA.
La pieza, protagonizada por las actrices Itzell Sánchez y Consuelo Meneses bajo la dirección de José Carlos Alonso, relata la amistad que ambas niñas van construyendo pese a la resistencia de los adultos del pueblo, reacios primero a las costumbres foráneas y férreos guardianes de su propia idiosincrasia. En medio de todo ello, el interés que ambas niñas tienen por la música va estrechando sus lazos.
El pasado sábado, las compañías que han trabajo este montaje de manera conjunta celebraron los primeros catorce años de su puesta en escena con la develación de una placa conmemorativa en las instalaciones del centro para las artes TETIEM (3 Norte 4248, Morelos), en el marco de las actividades del festival Desmontaje. Entre otros invitados, la autora de la obra estuvo presente.
“De esto pedimos nuestro pan los dramaturgos, cualquier dramaturgo”, expresó Berta Hiriart en una breve entrevista con los medios al finalizar la función de su obra. “Es un gusto, es un privilegio que haya un grupo que mantiene vivas las obras que tú estuviste escribiendo solito en tu escritorio, o con algún grupo cercano de actores, como fue un poco mi caso”.
La dramaturga recordó que escribió Niñas de la guerra con la finalidad de inscribirla al festival “Música y escena”, en la Ciudad de México, donde se mostrarían obras en las que la música jugaba un papel protagónico. En primera instancia, la escritora dramática no sabía de qué trataría su pieza, pero un juego infantil con su nieta de entonces cinco años de edad detonó la idea.
“Yo tenía entonces una nieta pequeña que tenía como cinco años”, relató la dramaturga frente a los representantes de los medios. “Estábamos jugando. A mí me gusta mucho que los niños me inviten a participar de sus juegos dramáticos, y en ese momento estaba la Guerra del Golfo. Ella decía que llegaba la guerra y que nos íbamos al refugio. Yo le decía que sí, que ahí estaríamos seguras, pero ella me decía: ‘no, nos cayó una bomba’”.
A la escritora le sorprendió cómo, pese a su cortísima edad y a que nadie le había contado explícitamente sobre la ocurrencia de la guerra, la pequeña nieta conocía de la situación bélica que se vivía en Medio Oriente, quizá porque había prestado atención a la televisión y a las conversaciones de los adultos.
“Ahí me di cuenta que esta pequeña, en su corta edad, cuánto estaba al tanto”, recuerda Berta Hiriart. “No es que alguien se hubiera sentado a explicárselo. Con su mente absorbente, como dice María Montessori, lo había aprehendido de las pláticas de los grandes, de la tele, y estaba angustiada, inquieta. Le importaba”.
Fue así como Berta Hiriart comenzó a trabajar sobre el tema de la guerra: buscó cómo enfocarlo para que no fuera extremadamente angustiante para el público infantil pero que finalmente recordara a los niños y niñas que sus preocupaciones son legítimas y pueden ser tomadas en cuenta por los adultos.
“Con mi teatro”, explica la escritora, “yo intento decir a los niños: ‘te he escuchado y sé que ese problema te preocupa, y a mí me preocupa también, muchísimo’”.
El conflicto bélico que detonó la idea de Niñas de la guerra ha ido cambiando, complejizándose al paso de los años, pero lamentablemente la guerra es un tema que se mantiene vigente, ya sea hoy en día por la situación de conflicto entre Rusia y Ucrania, ya sea por la violencia que se vive en México a causa del crimen organizado. Eso, lamenta Hiriart, mantiene igualmente la vigencia de su pieza teatral.
“Tristemente no hay novedades”, lamenta la artista escénica en entrevista: “esto sigue vigente porque esto ha sido así a lo largo de la historia de la humanidad. Es un poco lo que dice la abuela: siempre habrá un grupo de personas que quieren adueñarse de algo que tienen los otros. En el fondo, toda guerra está movida por cuestiones económicas y de poder. La guerra siempre ha existido. No sabemos si va a dejar de existir. Yo soy muy escéptica al respecto, pero es muy triste porque ha ido llegando a nuestro país”.
Y los niños y las niñas, continúa la dramaturga, no son ajenos al problema. Hay quienes se suman a la guerra o al crimen organizado movidos por su necesidad económica, mientras que otros son obligados a participar de ella.
“Lo que al teatro le toca”, reflexiona al respecto, “es hablar de lo que nos preocupa y nos indigna. No nos toca dar soluciones, porque no las tenemos, pero las pensaremos juntos y juntas”.
Develan placa conmemorativa
Luego de una emotiva función conmemorativa, en la que se recordó especialmente a Juan Monedita, autor de la música que acompaña la producción de Tetiem y Colectivo ADA de Niñas de la guerra, fallecido en septiembre de 2022, el director José Carlos Alonso encabezó la develación de una placa con la que se celebró el décimo cuarto aniversario del montaje en el repertorio de ambas compañías.
Además de Berta Hiriart y el director, estuvieron presentes las actrices Itzell Sánchez y Consuelo Meneses, el músico Arturo Muñoz , que interpreta actualmente la música en vivo durante el montaje, y Santiago Morales, hijo de Juan Monedita, así como Edgar Gochez, asistente técnico de la obra. Finalmente, estuvieron también los artistas escénicos Analaura Díaz y Joaquín “Negro” Ortiz, integrantes de la compañía independiente La Mueca, originaria de Michoacán.
Niñas de la guerra no tiene funciones programadas próximamente, pero está disponible para contrataciones. Para mayor información, puedes dirigirte a las redes sociales de TETIEM.