En “Mi primer gargajo”, una mujer experimenta una extraña sensación en la garganta a la mañana siguiente de haberle hecho sexo oral a un hombre raro con quien tuvo un encuentro casual. El carraspeo inicial va convirtiéndose en algo más incómodo hasta que la mujer no tiene duda: no sabe qué, pero hay algo creciéndole ahí dentro.
La niña protagonista de “Escurrimiento nasal” tiene una obsesión con las excreciones nasales: observa atentamente a sus compañeros de clase para encontrar dónde embarran sus mocos cuando creen que nadie los mira. Compara los de cada uno y advierte diferencias en sus colores. Después, comienza a coleccionar los suyos en una cajita.
“Mi primer gargajo” y “Escurrimiento nasal” son dos de los cinco cuentos breves que integran el pequeño libro La fantástica y grotesca historia de Virginia Montemayor, de Ruth M. Rojas, publicado en formato plaquette por la Secretaría de Cultura de Puebla en 2020 como parte de la Colección Puertas Abiertas.
En estos cuentos, la autora explora temas escatológicos, o asuntos relacionados con la experiencia corporal que pueden causar asco, para convertirlos en motivos de lo fantástico.
“Siempre he tenido una obsesión por los fluidos y las excreciones corporales”, explica Ruth M. Rojas en entrevista con LUMBRERAS, “y creo que lo usé como catarsis. Una de las cosas que me suceden físicamente, y que me causaban mucha vergüenza, es que sudo muchísimo. Soy de esas personas que se empapan de sudor. Eso era algo que me causaba mucha frustración y era un tema en el que pensaba mucho, que tenía muy presente. Pensé que tenía que hacer algo con eso”.
Desde la preparatoria, Ruth sentía fascinación por el cine y la literatura que exploran asuntos grotescos, era seguidora de David Lynch y David Cronenberg, de los poetas de la generación beat, e incluso escribía poemas con temática grotesca que publicaba en un fanzine que se distribuía en la preparatoria Enrique Cabrera Barroso, de la BUAP, donde estudiaba.
Aunque Ruth siempre tuvo contacto con el mundo del libro porque sus padres son poetas y editores, fue cuando cursaba la Maestría en Literatura Mexicana, también en la BUAP, cuando se decidió a producir ella misma material literario.
“Quiero escribir sobre cosas o situaciones en las que normalmente las mujeres no estamos”, pensó en aquel momento, según cuenta la escritora a esta revista digital.
Ruth se planteó como proyecto literario escribir sobre experiencias corporales que pueden resultar grotescas o incómodas, como la halitosis, la formación de callos y diversas excreciones corporales desde una perspectiva y con protagonistas femeninas.
“Estaban todos esos rollos corporales que de pronto te pueden llegar a pesar muchísimo”, cuenta la escritora, “y me dije ‘tengo que sacar todos esos traumas, tengo que hacer catarsis, porque ya era una obsesión”.
Ruth se inscribió a varios talleres literarios con escritores como Mónica Lavín, Beatriz Meyer, Alberto Chimal y Ana García Bergua, y se planteó llevar cada semana un texto que abordara un asunto corporal incómodo distinto.
La escritora entonces inició una búsqueda de literatura que explorara esos mismos temas que le interesaban. Con la guía de Daniela Tarazona, Ruth llegó a la novela Marranadas (1996), de Marie Darrieussecq, cuya protagonista sufre una metamorfosis en cerdo, y después a los textos Rodolfo Wilcock y Rubem Fonseca donde se habla de copromancia. Ruth estaba fascinada.
“Nunca había leído algo así”, dice. “Había visto a lo mejor en películas o en la generación beat cosas grotescas, pero nunca algo tan escatológico. Yo quería hacer algo así. Esa era mi idea: meterme más en lo escatológico”.
Cada semana, cuando su maestra y compañeros le cuestionaban qué intención tenían sus textos, qué sensación quería producir en los lectores de sus relatos, Ruth primero dudaba, pero después lo tenía claro.
“Lo que yo quiero que sientan es asco”, explica a LUMBRERAS. “Ese es mi fin último. Algunos cuentos sí los hacía muy explícitos, porque ese era mi fin. Me preguntaban qué quería lograr, y pues eso quiero: que sientan asco, esa sensación de ‘ay, no puedo más’”.
En 2019, Ruth recibió el estímulo del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA) del gobierno estatal, y con ello logró afinar una colección de cuentos que en un inicio pretendió publicar como un libro más extenso.
En 2020, sin embargo, y gracias a haber sido becaria de dicho estímulo, Ruth recibió la invitación de la Secretaría de Cultura estatal para publicar una pequeña plaquette de cuentos, y en una labor de selección y edición con la que la escritora daría fin al proyecto de lo grotesco para pasar a nuevos temas literarios, se publicaron los cinco cuentos mejor trabajados como parte de La fantástica y grotesca historia de Virginia Montemayor.
La labor de edición del libro en formato plaquette, que es parte de la Colección Puertas Abiertas, corrió a cargo de la editora Princesa Hernández, quien “hizo un trabajo muy bonito”, a decir de Ruth.
De lo grotesco a lo fantástico
Aunque los cinco cuentos que integran el libro tienen en común los motivos escatológicos, lo interesante de La fantástica y grotesca historia de Virginia Montemayor no termina ahí. Uno de sus aspectos más fascinantes es que los elementos grotescos se vuelven el motivo de lo fantástico. Son los mocos, los excusados y los gargajos aquellos objetos que en determinado momento terminan por transgredir la construcción realista del relato.
“Mi intención, desde que he empezado a escribir”, dice Ruth al respecto, “siempre ha sido dirigido a lo fantástico (…) Para mí no existe historia sin elementos fantásticos”.
La escritora explica que, en su proceso creativo, previo a la escritura misma, siempre intenta imaginar la escena del quiebre fantástico a la que quiere llegar, para así dirigir la narración entera a ese punto.
En sintonía con Alberto Chimal, Ruth prefiere llamar a sus cuentos “literatura de la imaginación”, y recuerda que desde la creación literaria más antigua, como las mitologías asiática y mesoamericana, pasando por Rabelais, lo escatológico y lo fantástico siempre han estado ligados.
Más de Ruth M. Rojas
Ya habiendo superado el proyecto literario sobre lo grotesco, en 2020 Ruth M. Rojas recibió el estímulo “Cultura en casa”, también de la Secretaría de Cultura estatal. Como parte de este proyecto, la escritora produjo un breve libro de ensayos titulado Los días no existen, en el que explora desde una visión íntima y personal su experiencia en el primer año de la pandemia de covid-19, en la que se resguardó en casa junto a sus dos hijos y su pareja.
Este texto íntimo y conmovedor, en el que la autora produce profundas reflexiones a partir de sus conversaciones con sus hijos, entonces de cinco y diez años de edad, puede leerse en línea en la página web de Cultura en Casa Puebla. Además, el cuento “Menarquia”, sobre la menstruación, puede leerse en el portal Especulativas.
Ruth M. Rojas también ha resultado ganadora en los certámenes literarios Premio Filosofía y Letras y Mujeres en Vida, ambos de cuento y otorgados por la BUAP.