‘Naïveté’, un viaje sónico y muy catártico

Naïveté, el disco debut de la banda poblana de post-hardcore que lleva el mismo nombre, publicado en formato digital en febrero de este año, es “un viaje sónico y muy catártico”, según lo describe uno de sus integrantes, que deambula entre las emociones humanas más oscuras, como la alienación y la disociación, con atisbos de esperanza y mucha energía.

Integrada por Toño Vázquez (guitarra y voz), Arturo Escoto (bajo) y Sergio Vázquez (batería), que también forman parte de la banda Leñadores; así como por Fernando Obregón (guitarra y voz), que encabezó por varios años la alineación de Joliette, Naïveté emergió a la escena musical en 2020, cuando sus integrantes se reunieron en el estudio, recién iniciada la pandemia de covid-19, sin más pretensión que tocar juntos y crear música.

En aquellos principios de 2020, cuando la industria del entretenimiento en vivo se vino abajo y los músicos debieron refugiarse en los estudios de grabación para seguir trabajando, Fernando, que recién volvía a Puebla de una larga temporada en la Ciudad de México, se reunió con sus colegas. Lo que inició como unos jams e improvisaciones conjuntas terminó por ser una banda nueva y un disco entero.

“Aunque tal vez sea un término ya gastado”, dice Fernando Obregón, el encargado de los gritos de Naïveté, en entrevista con LUMBRERAS, “el disco realmente se dio de una manera muy orgánica, en el sentido de que las canciones salieron tocando, medio improvisando cosas, uno siguiendo al otro. A mí, lo que me gusta mucho sobre cómo se dio este disco es eso. Yo estoy acostumbrado a componer de una manera más estructurada: alguien lleva una idea concreta de algo, y a partir de ella empezamos a construir, pero estas canciones se dieron al irnos juntando en los ensayos. Se fueron haciendo muy rápido”.

Sin aún decidir cuál sería el destino del material, los músicos tenían, para noviembre de 2020, unos doce tracks grabados que quedaron congelados por algunos meses por motivos económicos, hasta que se logró pasarlos por mezcla y masterización. Estos tracks son hoy el disco debut de la banda: Naïveté.

Naïveté. Foto: Paola Baltazar/Cortesía Naïveté

El post-hardcore

Aunque el post-hardcore tiene muchos seguidores alrededor del mundo, sigue siendo un género de nicho. Es verdad que la musicalización rápida, ruda, y los gritos estridentes que caracterizan a los vocalistas de este género pueden desconcertar a cualquiera, sobre todo a algún neófito, por lo quizá sea útil ubicar a este sonido, para entenderlo, en algún punto del espectro del rock.

“Siempre existe esta pelea entre el punk y el metal”, explica al respecto Fernando. “En realidad, son como primitos que no se quieren. De ahí también viene la música hardocore, que yo creo que es como ese crossover entre el punk y el metal. Si me preguntas a mí en cuál de estos dos géneros encajamos más, yo diría que en el punk, aunque creo que por la cuestión de los gritos y por ser música estridente, mucha gente diría que le parece metal”.

A inicios de los ochenta, algunas bandas ya asentadas en el hardcore comenzaron a mezclar sonidos del rock progresivo en sus instrumentaciones, lo que dio origen al post-hardcore. Aunque su influencia ya no sea tan notoria en los representantes contemporáneos del género, bandas como Minor Threat y Rites of Spring, que dio origen a Fugazi, fueron los pioneros de este sonido en los ochenta.

Aunque en su siguiente etapa el post-hardcore se dejó influir por algunos aspectos del grunge, entonces extremadamente popular, en los noventa se dio un gran esplendor de este sonido, sobre todo por el éxito de la banda At The Drive-In —que después de algún modo se transformó en The Mars Volta— cuyo mítico álbum Relationship of Command (2000) es posiblemente hasta ahora el material más popular de este género.

A principios y mediados de los años 2000, la “era Myspace”, múltiples bandas, cada vez más estridentes, surgían y coexistían en la escena del post-hardcore. Esas fueron las que alimentaron el gusto de Fernando Obregón, que entonces era adolescente.

“Se me quedó la onda de los grupos muy estridentes”, dice Fernando, “pero siempre he sido muy partidario de la música melódica. Llegamos a ese punto medio: las voces pueden ser de lo más inaccesibles de la parte de Naïveté, pero hay muchos elementos melódicos que pueden hacer que las canciones sean más escuchables. Por eso digo que lo pondría más en el espectro del punk”.

Naïveté está preparando una gira por distintos puntos del país para presentar su disco debut en el verano. Mientras tanto, puedes escucharlo en tu plataforma digital de preferencia o, si está en tus posibilidades apoyar más directamente a la banda, descárgalo desde Bandcamp.

También puedes seguir a Naïveté en alguna de sus redes sociales y mirar su primer video, “El lobo de wal-mart”, dirigido por Emiliano Hernández, al final de esta nota.

LUMBRERAS preguntó a Fernando Obregón sobre cuatro de los tracks más sobresalientes de Naïveté y esto fue lo que comentó sobre cada uno de ellos. Escúchalos mientras lees las respuestas.

Ballena oxidada

enciende la máquina / y comienza la simulación

Es la primera canción que hicimos como Naïveté y se sintió bien que fuera el track que abre el disco. Tiene mucha fuerza, y hasta cierto punto puede darte un atisbo de lo que será gran parte del resto del disco. Yo escribí esta letra. Estamos en este punto de la humanidad donde el acceso a la información, hasta cierto punto, nos ha superado. Toda esta cuestión de la era digital, de la era de la tecnología y del internet, ha podido superar a las fuerzas políticas del mundo, se ha vuelto un mecanismo imposible de regular, y es impresionante cómo ya el internet es una fuente de información y desinformación enorme. Se presta a todo tipo de opiniones. En lo personal, a mí, más allá de decir que me ha abierto la mente o que ha expandido mi criterio, en realidad me ha generado más dudas. No pienso que vivamos per se en una simulación, pero creo que la percepción de la realidad y de la vida, para muchas generaciones, que en mi caso ya somos adultos jóvenes, sí vino a dar un giro de 180 grados. Crecimos en un punto de la vida donde ya había cierto acceso a la tecnología, a los videojuegos, y cuando llegaron las computadoras y el internet, pero digamos que en los últimos diez años, concretamente, ha habido un salto casi cuántico en cuanto a cómo se maneja la información y cómo ha sido el acceso que tiene mucha gente a ella. Me parece muy surreal que podemos vivir en un país donde hay mucha pobreza y marginación, donde todavía parte de la sociedad está muy ostracizada, pero a la vez casi todos podemos tener acceso a la información. Esto se presta a situaciones en las que mucha gente se empieza a crear, creo yo, un mundo paralelo con gente que también vive a través de otras verdades y de la inmediatez de la tecnología. Son ese tipo de analogías las que quise llevar a la canción.

Freud pimienta

¿qué es este vacío que siento? / quiero dejar este mundo

La letra de esta canción fue escrita en parte por Toño y por mí. Muchas de las frases más abiertas y directas, que se repiten mucho a lo largo de los dos minutos y medio, las escribió Toño. Me he dado cuenta que, en este rollo de la música pesada, detrás de esta cortina o barrera o idea de que la gente que hacemos esta música somos personas súper caraduras o resilientes, a mí me parece que es todo lo contrario. Creo que la música pesada, intensa y catártica está llena de gente muy sensible que podría describir como ositos de peluche. Toño, que también grita, toca y escribe, es una persona altamente sensible que necesita desahogar este tipo de pensamientos intrusivos en sus letras de la misma manera que yo. Sí, es una letra que abiertamente habla de esos momentos donde deseas no textualmente estar muerto pero sí no estar pensando, estar aquí ni estar consciente. El coro dice “pero ninguno lo merece, ya estamos muy heridos”. A pesar de que uno puede tener estos pensamientos y las intenciones de hacerse daño, lo que te detiene es saber que la mayoría de las personas estamos luchando con nuestra propia cabeza. La canción tiene esta dinámica entre querer estar, no querer estar, pero no querer dañar a los demás. Es una canción llena de duda y dolor. La letra es muy sencilla y directa.

Dalt Wisney

construimos la memoria juntos / las visiones personales / constituyen la realidad

El acomodo del tracklist en el disco se hizo con la intención de que la primera mitad fuera mucho más intensa, rápida y, como dicen, en-tu-cara, y que la segunda empezara a abrirse un poquito más. Justamente este track, que abre la segunda mitad del disco, deja respirar al disco en general ya con canciones un poco más melódicas. Justamente lo que me gusta mucho de la canción es que es mucho mas repetitiva que las demás, que son más impredecibles. Me gusta el respiro que le da al disco y que es muy melódica. (…) No es una canción tan urgente, en su mayoría es instrumental, tiene un motivo musical que se está repitiendo una y otra vez, hasta que termina. La letra la escribí yo, es muy personal, una especie de carta de despedida para nadie en especial sino todas las personas que he perdido por hacer lo que hago. Las últimas dos frases aplican tanto para la persona que la escribió como para quien pueda leerlo y sentirse identificado: “ahora entiendo todo, no sabías como irte”. Esto lo pienso con personas que estuvieron en mi vida pero que por mi manera de vivirla, que es de músico, de estar de tour todo el tiempo, saliendo, algunas personas inevitablemente se han tenido que alejar de mí, porque la ausencia de uno también causa dolor en los demás. Con la última frase, “resiste a la vida y fluye”, son algunas de mis letras favoritas que he escrito. Es algo muy personal, emocional.

El lobo de wal-mart

solo las luces de la ciudad / siempre encendidas / muestran que hay una amenaza

Es una de mis canciones favoritas. También escribí yo la letra. Hay una parte que tomé textualmente de un libro que me encantó, La ciudad ausente, de Ricardo Pliglia, que tiene ciencia ficción y hasta cierto punto es un poco difícil de digerir, pero tenía muchas cosas que me gustaban. El tema de la canción no se aleja de “Dalt Wisney”, pero la óptica sí es un poco más oscura: ese sentimiento de soledad, de sentirse atrapado en la penumbra y que solo estás aquí y a veces no sabes exactamente por qué estás existiendo. Por eso viene una frase: “reconocer que un cuerpo no es nada”. Con ella, simplemente pienso que la forma humana que tenemos es algo pasajero. También me basé en Las puertas de la percepción, de Aldous Huxley, donde explica que la realidad es algo que se va creando a partir de las cosas que percibimos, las ideas que tenemos y cómo las manifestamos. Uno también va creando ese entorno del que se rodea, aunque a veces estés ensimismado en él. La letra también es un tanto triste, es un poco más vaga, por eso me cuesta un poco de trabajo dar con el punto, pero lo que propone es siempre tratar de ver más allá del mundo de las formas, de lo material.

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