Proponen muestra fragmentada sobre poetas suicidas

“El instante último” es una muestra fragmentada que consta de diez fotografías construidas que ponen en escena el momento en que el mismo número de escritores y poetas latinoamericanos de los siglos XIX y XX decidieron quitarse la vida: Alfonsina Storni, Alejandra Pizarnik, Antonieta Rivas Mercado, César Dávila Andrade, la brasileña Ana Cristina César, Pablo de Rokha, Horacio Quiroga, José Asunción Silva, Jorge Cuesta y José María Arguedas.

Las historias de sus muertes, algunas de ellas poco conocidas, otras perfectamente bien documentadas, están ahora retratadas en estas diez fotografías, realizadas por el artista visual Jorge Gamboa y que podrán verse hasta el 1 de abril de este año en diez espacios del centro histórico de Puebla.

Cada una de las fotografías está colocada en un punto distinto: las cafeterías El Coco y el Alacrán (2 sur 1105), Profética (3 Sur 701), Mi Barrio Café (7 Poniente 116), 33 Café (3 Poniente 712), MUSA (2 Oriente 809) y El Breve Espacio (7 Norte 8); las librerías de viejo Zumaya (3 Sur 710) y Hermanos Sánchez (3 Sur 704); el bar Utopía (9 Oriente 1B) y el restaurante Acción Directa (Juan de Palafox y Mendoza 414).

La fotografía que recrea la muerte de Ana Cristina Cpesar en la librería de viejo Hermanos Sánchez. Foto: Josué Cantorán

“Siento que el museo”, explica el artista Jorge Gamboa en entrevista con LUMBRERAS, “es un espacio ya muy dirigido a cierto publico. La gente que va al museo es la que siempre va. La que nunca va, nunca va a ir, no tiene interés. Por ello me interesó la idea de diversificar un poco al público, tratar de llegar a otros lugares que no fueran galerías, donde la gente pudiera permanecer un rato, ya sean cafeterías, restaurantes o librerías”.

La idea de este formato de exposición es que aquel que llegue por casualidad a uno de estos diez sitios y se sienta atraído por la fotografía en blanco y negro de Jorge Gamboa, se acerque a contemplarla, lea la ficha donde se explican los detalles de su proyecto y vea el mapa que marca los lugares donde se puede mirar el resto de la serie, para que, si así lo decide, termine de ver las fotografías.

“La intención, lo que sí me gustaría”, continúa el artista, “es que la gente inicialmente se enfrente a las fotografías sin saber que existen, que las vea, le den curiosidad, y ya a partir de esa curiosidad que se generara el interés, como hay un mapa al lado de las piezas, por todos los demás poetas. Esa es mi intención, más que la gente vaya a hacer un recorrido, que cada persona la contemplara, se quedara contemplándola un momento, pero también que conozca los espacios, porque cada uno de ellos tiene una actividad cultural recurrente”.

En efecto, los espacios elegidos por Jorge, pese a tener cada uno su personalidad propia, albergan buena parte de la oferta cultural independiente del centro histórico poblano: en algunos de ellos hay teatro o conciertos, en otros se da cabida a las presentaciones literarias o a la cultura visual, pero “El instante último”, en ese sentido, funciona como un hilo invisible que une algunos de los sitios no institucionales más activos de esta zona de la ciudad.

Los poetas y el suicidio

Desde que cursaba sus estudios en el Universitario Bauhaus, a Jorge le atraían las historias de famosos escritores que habían terminando quitándose la vida. Coleccionaba sus fotografías: Mishima, Hemingway, Storni. Un día, al finalizar un proyecto y buscar de inmediato por dónde seguir el siguiente, Jorge recurrió a su libreta de apuntes y recordó una vieja idea: reproducir en una fotografía construida la muerte de Alfonsina Storni.

‘El vaso’ (2022), una de las piezas que integran la serie ‘El Instante último’. Foto: Cortesía Jorge Gamboa

“Un día me levanté con la idea de hacer a Alfonsina Storni”, cuenta en entrevista. “Tuve la ocurrencia, antes de que se convirtiera en un proyecto, de hacer eso: ¿qué habría pasado si un fotógrafo hubiera captado ese momento? No encontré registro alguno, así que me dije: yo lo voy a hacer”.

La historia de la muerte de esta gran poeta argentina de principios del siglo XX es tan conocida que incluso ha inspirado canciones. Agobiada por un cáncer de mama, la soledad y la paranoia, Alfonsina escribió un último poema que envió al diario La Nación y una nota donde pidió que no se culpara a nadie de su partida. A la 1 de la madrugada del 25 de octubre de 1938, la poeta se dirigió a la playa La Perla y se sumergió en el mar para nunca volver. Esa noche, dicen, el cielo estaba nublado.

Hoy, en el acogedor Mi Barrio Café del centro histórico de Puebla se aprecia una bellísima fotografía de mediano formato donde puede verse el mar de fondo y una mujer descalza con vestido blanco que se aproxima a él.

“Me di a la tarea de hacer la de Alfonsina”, explica Jorge Gamboa, “y me gustó mucho. Empecé a indagar en el tema y se me ocurrieron muchas series. Esta fue la primera que hice”.

Detalle de otra de las fotografías construidas de esta muestra fragmentada. Foto: Cortesía Jorge Gamboa

El artista comenzó entonces un trabajo de investigación más profundo sobre los poetas suicidas que más llamaban su atención. Leyó su obra e investigó las circunstancias que los llevaron a la fatal decisión de terminar su vida; encontró que algunas estaban muy bien documentadas pero en otras había algunas lagunas de información que pedían ser llenadas.

El caso de Antonieta Rivas Mercado, por ejemplo, sí está registrado. La escritora mexicana se suicidó de un balazo al interior de la catedral de Notre Dame, en París, con el arma que robó a su amante, José Vasconselos. Hoy, la fotografía que reconstruye ese momento está expuesta a la entrada de la librería de Profética.

“Lo que hice”, sigue el artista visual, “fue abordar ese instante donde ellos ya habían decidido que ya no había marcha atrás. Yo lo puse como un momento realmente de tranquilidad, así lo manifesté en las piezas finales”.

Fotografías reconstruidas

Jorge Gamboa llama a la técnica con la que construye su imágenes “fotografía construida”, aunque también podría llamársele “fotocollage”. Para realizarlas, busca en bancos de imágenes gratuitas lo que pueda servirle —fondos, objetos, partes del cuerpo—, y a partir de ellas reconstruye escenas que, después de una corrección de luces y sombras, parecen ser fotografías comunes.

En el caso de la fotografía de Alfonsina Storni, por ejemplo, Jorge inició con el fondo del mar, siguió con un vestido blanco que pareciera estar siendo movido por el viento, y siguió con otras partes del cuerpo, hasta que la fotografía construida quedó integrada por completo. En el proceso de corrección de luz, El artista dio el efecto del cielo nocturno nublado.

“Mucha gente sí me ha preguntado dónde tomé la foto”, revela el artista cuando este reportero le cuestiona lo mismo, “pero es un trabajo reconstruido”.

Otra de las piezas de Jorge Gamboa en la librería Zumaya. Foto: Josué Cantorán

La manipulación digital de imágenes es una técnica que Jorge Gamboa domina a la perfección. Una famosa imagen que equipara a un iceberg con una bolsa plástica en el mar, que fue portada de la revista National Geographic y se hizo viral tras ganar premios, es de su autoría.

El resto de la necrología

Las diez fotografías que integran la serie “El instante último” forman parte de un proyecto más amplio titulado “Necrología poética: un decálogo de América Latina de los siglos XIX y XX” que ha sido trabajado por medio de la beca PECDA y que en el futuro será expuesto de manera conjunta o se buscará que sea editado en formato folleto o fotolibro.

Además de las fotografías, este proyecto incluye la recuperación de las notas suicidas que los poetas dejaron antes de morir. Algunas de ellas, como de nuevo las de Alfonsina Storni, sí están disponibles públicamente. De otras sólo se conoce el texto pero no existe un registro fotográfico, por lo que el artista las ha reconstruido basándose en la caligrafía personal del escritor, que ha encontrado en cartas u otros documentos manuscritos.

Retratos reconstruido en vidrio, parte del proyecto “Necrología poética”. Foto: Cortesía Jorge Gamboa

“Los recreé como si fueran originales”, explica Jorge Gambia, “o sea, como si estuvieras viendo el original. Tengo esos, y otros, como por ejemplo César Dávila Andrade, no existen, solo existe lo que dejó de manera escrita (…) Tengo una serie de diez escritos póstumos, o escritos antes de morir, como notas suicidas, que la idea es que vayan en conjunto con esta pieza como otra parte de otra serie”.

Otra parte del proyecto, ya en un ámbito más conceptual, se compone de “ideogramas” en los que a cada poeta se les designó un elemento terrenal, así como unos “retratos construidos y reconstruidos en vidrio”, en los que el proyecto va girando cada vez más hacia lo ficcional.

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