‘No sé quién nos inyectó esta pasión por estar contando la vida’

La noticia del premio a su trayectoria le llegó mientras realizaba una entrevista en la más reciente edición de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

Es Mónica Mateos-Vega, reportera del diario La Jornada, quien en sus 31 años dedicada al periodismo cultural ha logrado indagar en las mentes más prestigiadas de la cultura y el arte contemporáneos, así como en la vida de los grandes creadores anónimos, aquellos que no salen en la tele ni la radio, pero que con sus obras enaltecen la vida de muchos connacionales.

El pasado 8 de diciembre, la periodista fue acreedora del Premio Nacional de Periodismo 2022 que otorga el Club de Periodistas gracias a sus tres décadas de trayectoria en la fuente cultural, un reconocimiento digno para una de las plumas más amenas y lúcidas del firmamento reporteril.

“La verdad es que yo, al principio, pensé que alguien me estaba haciendo una broma, yo creo que ya es un vicio que tenemos los periodistas, que cualquier noticia que recibes, por muy emocionante que sea, la quieres corroborar”, refiere la periodista en entrevista para LUMBRERAS. “Lo primero que hice fue checar que la persona que me estaba llamando existiera”.

Con una sonrisa de oreja a oreja y una amabilidad epidérmica, la también escritora remarcó las “arenas movedizas” y los obstáculos que los reporteros culturales deben sortear, debido a que la fuente de su trabajo enfrenta grandes retos.

“Es un premio a toda la sección de Cultura de La Jornada”, dice al respecto, “porque tú sabes el trabajo que nos ha costado, durante todos estos años, defender nuestras cuatro páginas diarias de cultura, sobre todo en este país, donde todos los días el espacio para la cultura se hace chiquito, sobre todo en los medios impresos”.

En cuanto a las “arenas movedizas”, Mateos-Vega atribuye este apelativo a las llamadas fake news que invaden el internet, medio que, la gran mayoría de veces, es la más importante enciclopedia ocupada por el gremio para confirmar o descartar datos.

Al respecto, la también fanática de los Pumas sugiere ser cautelosos con todo lo que se plasma en las redes sociales o plataformas digitales. Recordó que, en sus inicios, antes del auge del internet, las y los reporteros acudían a los libros para conocer más detalles sobre sus entrevistadas o entrevistados.

Fiel a su personalidad humilde, la ganadora del premio nacional de periodismo cita los consejos que aprendió de sus profesores para ser una buena periodista cultural, entre ellos, el de escribir todos los días, sugerido por Fernando Benítez, fundador de los suplementos México en la cultura, del diario Novedades, y La cultura en México, de la revista Siempre!

Mateos-Vega recuerda que la primera reacción de ella y sus colegas al escuchar ese planteamiento fue de queja: alegaban que solo tenían tiempo para escribir en la noche, cuando ya se encontraban cansados. Benítez reviró lo expresado por sus pupilos. Les indicó que ese era el mejor estado para redactar notas o textos, pues podrían relatar todo lo que habían vivido en su día a día.

“La verdad es que eso es hacer periodismo”, recuerda Mónica. “¡Imagínate! Después de meterte a una marcha, después de meterte a una cobertura, los compañeros que cubren Cámara de Diputados, mis respetos, luego se quedan ahí hasta las cinco de la mañana, pero, además, después escribir”.

En cuanto a los sinsabores de hacer periodismo cultural, la autora del libro autobiográfico Mariposa negra reconoce que se han cerrado muchas fuentes de trabajo debido a los cambios tecnológicos y también porque las y los lectores están más interesados en lo llamativo o en las noticias del espectáculo.

“La cultura es padrísima”, confía en entrevista con esta revista digital, “pero no se sabe vender. Hay mucha carencia en cuanto a la forma en que se difunde”.

Derivado de lo anterior, la creadora literaria y reportera manifiesta su aprobación a las nuevas maneras mundiales de comunicar, incluyendo la aplicación TikTok. Sostiene que esta plataforma, por ejemplo, ha sido muy bien utilizada por el Museo del Prado para promover sus contenidos.

Ante la pregunta de si se puede vivir bien del periodismo cultural, entre risas responde que no. Quienes se dedican a ello, explica, no lo hacen para convertirse en millonarios.

“No sé quién nos inyectó esta pasión por estar contando la vida”, dice, “por estar informando, sobre todo, y por también tener un compromiso social”.

Subrayó una de las principales satisfacciones de cubrir y difundir notas sobre cultura, por ejemplo, hacer comunión con los artistas a fin de difundir sus trabajos.

“Porque sabemos todo lo que le cuesta a todos nuestros creadores hacer sus obras”, continúa la periodista, “entonces, les ayudas, te metes también a hacer comunidad. Ahí es muy padre esa comunión que hay entre periodista y tu fuente. Obviamente, eso no lo hagas con los políticos”.

La entrevista no puede concluir sin preguntarle su opinión acerca de cómo la 4T ha tratado a la cultura o al ambiente artístico.

En ese sentido, la periodista señala que tienen un enfoque interesante, pero que ha descuidado algunos sectores, además de que no ha podido revertir uno de los problemas heredados por la burocracia de administraciones anteriores: el retraso en los pagos a los creadores.

“Ahora sí que la materia prima es el capital humano”, dice, “y yo creo que sí se ha descuidado”.

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